Después de que llevaron a sus borreguitos a votar No en el plebiscito, a punta de sus
usuales mentiras homofóbicas, las sectas evangélicas fueron reconocidas como voceros del No y se reunieron con el presidente
Juan Manuel Santos para ofrecer
sus 'argumentos' —digámosles así— frente al proceso de 'paz'. Hasta la impresentable
Viviane Morales y su esperpéntico esposo,
Carlos Alonso Lucio,
se reunieron los cabecillas de las Farc, de idéntica catadura moral que los primeros.
Curiosamente, desde entonces no han hecho mucho ruido al respecto y están calladitos, a pesar de que el Nuevo Acuerdo mantiene las garantías para la población LGBTI. Pues resulta que más que sacar a la población LGBTI, el
cristianismo evangélico consiguió incluirse en los Acuerdos, para ser acreedores de los beneficios que debían reservarse a las verdaderas víctimas del conflicto colombiano — pero es que ¿por qué conformarse con los diezmos de sus feligreses si pueden saquear las arcas de todos los colombianos instrumentalizando el anhelo de paz?
Uribe les mostró el camino.
En la
página de comparación entre el Acuerdo original y el Nuevo Acuerdo se pueden hallar
surtidas adiciones estratégicas de "iglesias", "confesiones religiosas", "organizaciones basadas en la fe" y "organizaciones del sector religioso" que antes no se encontraban: