viernes, 31 de agosto de 2018

Shows de magia para el pensamiento crítico



Me gusta ver shows de magia — en vivo son más entretenidos, aunque los grabados permiten que pause y reproduzca cuantas veces quiera. Desde la época de Criss Angel, cada vez que veo un truco en la pantalla, inmediatamente trato de descifrar cómo se hizo, e imaginar cómo habría hecho yo algo así. Ese, supongo, era el primer paso de James Randi siempre que iba a desenmascarar a un charlatán: entender exactamente cómo era que los sentidos de los espectadores —y presentadores de televisión— estaban siendo engañados.

Afortunadamente, contamos con una cantidad decente de shows de magia a nuestra disposición. En Netflix (el de Colombia, al menos), está Penn & Teller: Fool Us, en donde el icónico dúo de ilusionistas americanos presencian diferentes trucos hechos por magos de todo el mundo para ver si pueden descifrar cómo se hacen — y aunque tienen un vasto y enciclopédico conocimiento de los diferentes tipos de ilusionismo, y de una candidad innumerable de trucos, hay algunos que Penn y Teller no han conseguido explicar.

Para la muestra, la primera aparición de Shin Lim, que me gustó mucho porque además de buena magia, tuvo una dirección de arte e imagen impecables, y el detalle añadido de que Lim tenía las mangas de la camisa a la altura del codo, lo que hizo más exigente su presentación:

martes, 21 de agosto de 2018

Más de 1000 abusos sexuales en diócesis de Pensilvania



Esta semana se publicó un reporte de Gran Jurado detallando los resultados de las investigaciones sobre abuso sexual infantil en seis de las ocho diócesis católicas de Pensilvania — por décadas más de 300 sacerdotes católicos cometieron más de 1000 abusos sexuales contra menores de edad entre las diócesis de Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Pittsburgh, y Scranton.

El reporte de más de 800 páginas está disponible en Internet; a continuación una pequeña muestra, por si tienen estómago para ello:

domingo, 12 de agosto de 2018

El glifosato sigue sin causar cáncer



La magufada está alborotada porque un juzgado en California condenó a Monsanto-Bayer a pagar 250 millones de dólares en daños punitivos y otros 40 millones en daños compensatorios a un antiguo jardinero de colegio que demandó a la multinacional por, presuntamente, haber causado su linfoma no Hodgkin con su producto de glifosato, RoundUp.

El acto reflejo del sesgo de confirmación entre los magufos fue inmediato: según ellos, la condena es señal de que siempre tuvieron razón acerca de que el glifosato es cancerígeno... pero va a ser que no.