Me gusta ver shows de magia — en vivo son más entretenidos, aunque los grabados permiten que pause y reproduzca cuantas veces quiera. Desde la época de Criss Angel, cada vez que veo un truco en la pantalla, inmediatamente trato de descifrar cómo se hizo, e imaginar cómo habría hecho yo algo así. Ese, supongo, era el primer paso de James Randi siempre que iba a desenmascarar a un charlatán: entender exactamente cómo era que los sentidos de los espectadores —y presentadores de televisión— estaban siendo engañados.
Afortunadamente, contamos con una cantidad decente de shows de magia a nuestra disposición. En Netflix (el de Colombia, al menos), está Penn & Teller: Fool Us, en donde el icónico dúo de ilusionistas americanos presencian diferentes trucos hechos por magos de todo el mundo para ver si pueden descifrar cómo se hacen — y aunque tienen un vasto y enciclopédico conocimiento de los diferentes tipos de ilusionismo, y de una candidad innumerable de trucos, hay algunos que Penn y Teller no han conseguido explicar.
Para la muestra, la primera aparición de Shin Lim, que me gustó mucho porque además de buena magia, tuvo una dirección de arte e imagen impecables, y el detalle añadido de que Lim tenía las mangas de la camisa a la altura del codo, lo que hizo más exigente su presentación: