Desde la historia de Abraham, ha quedado meridianamente claro que la religión es capaz de envenenar hasta el lazo amoroso más profundo y conseguir que los padres estén dispuestos a sacrificar la vida de sus hijos por las estupideces más increíblemente sangrientas y sanguinarias, como el fetiche por la sangre de bebé muerto del dios de turno.
Aún hoy en día, hay padres más que dispuestos a quitarle la vida a sus hijos, en nombre de la religión y la cultura:
Aún hoy en día, hay padres más que dispuestos a quitarle la vida a sus hijos, en nombre de la religión y la cultura: