Tristemente el Jardín Botánico, en vez de ser un desarrollo profundo de invitar a la ciudadanía a que nos relacionemos con nuestro entorno natural y adquiramos conocimiento al respecto, se ha vuelto una porrista del pensamiento místico medieval que impulsa a ver la naturaleza como algo que no se puede conocer y que encierra una pureza y un encanto que no matarían a una mosca (aunque, ciertamente, las gacelas devoradas por leones no estarían de acuerdo con esto).
Pues ahora tenemos al Jardín Botánico de Medellín auspiciando clases de yoga:
Pues ahora tenemos al Jardín Botánico de Medellín auspiciando clases de yoga: