En 2012, Uganda aprobó una ley para matar homosexuales. Esta salvajada fue impulsada por el pastor cristiano Scott Lively quien se dedicó a hacer lobby en ese país hasta conseguir que la intolerancia fuera consagrada en la ley, hasta el punto de matar a los gays — amor cristiano en su más puro estado o, como se conoce en el mundo civilizado, apología del genocidio.
Pues la gracia le valió a Lively una denuncia por crímenes contra la humanidad. Lively había pedido que se desestimara la demanda y me alegra anunciar que la corte negó su petición y ahora Lively será juzgado por sus actos: