Las 'guerras culturales' han dado como resultado nuevas interacciones e ideologías que se salen del esquema clásico de derecha-izquierda.
Por ejemplo, con cierta regularidad se hacen llamados a la censura y se etiqueta muy alegremente a personas y movimientos de ser racistas, machistas, homofóbicos, transfóbicos y otra serie de adjetivos con los que se
evita el debate de ideas que les resultan incómodas. Se ha reemplazado el intercambio de ideas por los ataques
ad hominem (con alarmante frecuencia, basados en
muñecos de paja) y la noción implícita de que nadie con las ideas incorrectas merece respeto, que automáticamente han renunciado a sus derechos o que el matoneo es una forma legítima de tratarlos — sólo por tener opiniones impopulares.
Regresan los delitos de pensamiento.