En octubre, unos manifestantes pacíficos que reclamaron por la apropiación que el sacerdote
Jesús Hernán Orjuela, alias
padre Chucho, hizo de un parque del barrio Castilla en la localidad de Kennedy (Bogotá) para hacer sus rituales. Ese día, los defensores del espacio público sufrieron
amor cristiano y
abuso policial a raudales — les rompieron cámaras y pancartas, los atacaron con palos y hasta los privaron ilegalmente de su libertad por varias horas.
Hace dos años, Orjuela prometió no volver a hacer las misas en el parque y en esa ocasión
rompió su palabra. Esta vez, el padre Chucho
volvió 'prometer' respeto al espacio público pero no parece estar muy dispuesto a cumplir. (Es que el Octavo Mandamiento no es tan importante después de todo.)