Hoy, como todos los primeros jueves de febrero desde hace varios años en Bogotá, es el Día Sin Carro, una medida liberticida y autocrática muy del gusto de las administraciones locales, con la que pueden decir que están haciendo algo por el medio ambiente — aunque la reducción de gases sea insignificante y la medida no cobije a los peores infractores (y ya quiero ver cómo se justificarán cuando todos los carros sean eléctricos).
Siempre han dicho que "hay muchos carros", y que eso hace necesaria la medida. Pero el problema no es la cantidad de carros porque, en serio, en Colombia hay pocos carros.
Al respecto, vale la pena rescatar un comentario publicado en la edición impresa de El Tiempo del sábado, enviado por un lector llamado Ignacio Ruíz; me parece apropiado reproducirlo en su totalidad —ya que por algún motivo, El Tiempo no publica estos comentarios en línea—: