Uno de los sellos característicos de la izquierda autoritaria es su tendencia a censurar a las personas, con cualquier excusa — en su deprimente y distorsionada comprensión de la realidad, sólo hay cabida para las ideas 'correctas'. Buena parte de este cáncer se ha extendido a los temas sobre derechos, así que no es infrecuente encontrar personas diciendo, por ejemplo, que los hombres no tenemos derecho a opinar sobre el aborto.
Esto es una ridiculez de proporciones galácticas, pues todos podemos tener opiniones sobre cualquier tema y, además, tenemos el derecho a expresar esas opiniones tan fuerte y frecuentemente como queramos. Limitar los temas sobre los que puedo expresar puntos de vista con base en mis rasgos biológicos es caer en la misma discriminación de los racistas y sexistas de toda la vida — si a alguien no le gusta que el dueño de un pene hable —en cualquier sentido— sobre el aborto, de malas.