Posiblemente no exista algo más lucrativo para los traficantes de miedo que la incertidumbre. Por eso no es de extrañar que mientras los investigadores y profesionales de la salud analizan la epidemia de neumonía por coronavirus surgida en China a finales del año pasado (COVID-19, también llamado SARS-CoV-2), y encuentran la mejor manera de combatirla, las teorías de la conspiración y la desinformación se van multiplicando cual conejos católicos.
Mi amigo Martín Caicedo ya se encargó de despachar tres hipótesis bastante populares entre la magufada: la de la película Contagio, la del libro Los ojos de la oscuridad de Dean Koontz, y la de la patente de SARS-CoV.
No obstante, todavía hay mucha más desinformación rondando por ahí.