Mientras la Iglesia Católica se encuentra en un escándalo más grande que su dios, los candidatos a la Presidencia se aferran de cuanto cuento haya para sus populistas campañas.
Ninguno ha tenido el coraje de pronunciar inconformismo alguno con ese pan de cada día de la Iglesia en que se ha convertido la pederastia.
Con su insaciable apetito de votos, los candidatos se han vuelto más rezanderos que el Papa y han renunciado a cualquier forma de pensar por sí mismos.
Qué tristeza de candidatos que callan y se arrodillan ante una institución que tiene entre sus costumbres aquella de revirar y atacar cuando debería estar presentando excusas y poniendo a disposición de las autoridades laicas a todos sus miembros sospechosos y acusados de pederastia, para que sean sometidos a juicio.
En fin, colombianos ¡vayan y voten! que dicen que los pueblos tienen a los gobernantes que se merecen.
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