Normalmente, no juzgo la vida sexual de las personas (mientras todo sea legal y consentido).
Pero la cosa cambia cuando se trata de alguien que se gana la vida diciéndole a las personas qué no hacer con sus cuerpos.
Y más cuando ese alguien hace algo que le ha dicho a los demás que no hicieran, como parece que le pasó a un sacerdote católico quedó esposado en la iglesia de St. Aloysius en Springfield, Illinois y tuvo que llamar al 911:
Pero la cosa cambia cuando se trata de alguien que se gana la vida diciéndole a las personas qué no hacer con sus cuerpos.
Y más cuando ese alguien hace algo que le ha dicho a los demás que no hicieran, como parece que le pasó a un sacerdote católico quedó esposado en la iglesia de St. Aloysius en Springfield, Illinois y tuvo que llamar al 911: