Hace algunos años vi
La Pelota de Letras, único
stand-up comedy que ha tenido más o menos acogida y algo de culto en la sociedad colombiana en general. En su momento me pareció graciosísima pero al volverla a ver, ha perdido su brillo, su ingenio y se reduce a unos cuantos clichés sobre el día-a-día de la vida en la sociedad colombiana. Humor cotidiano.
Con el paso del tiempo, su autor, Andrés López, me ha venido cayendo peor. Es un tipo que
dicen que recopiló cientos de rutinas de los cuenteros bogotanos y las adaptó para su
show. Luego me enteré de que, como buen cienciólogo, había dispuesto un ejército de abogados contra el equipo de Simón Wilches y el equipo de Parodiario -que ahora producen
El Pequeño Tirano- por una sencilla burla que le hicieron -vaya con el chistoso que no quiere ser objeto de burla-.
Y con la
entrevista que le dio al naciente diario Publimetro (naciente, aquí en Bogotá) terminó de caerme peor que una patada en el hígado: