En estos días el presidente Juan Manuel Santos se reunió con el Consejo Mundial de Iglesias. Para muchos, el hecho fue noticioso porque Santos dijo que se podía hacer un buen gobierno siguiendo la Biblia, que es una barbaridad como un planeta, pero pues realmente el terruño no da para más — que el Presidente de un país incivilizado y feudal diga que el buen gobierno viene dado por un libro de pócimas no es exactamente una sorpresa.
Lo que muchos menos notaron es el motivo por el que Santos estaba reunido con el Consejo Mundial de Iglesias, que era una cuestión mucho más trascendental: resulta que My President se encontraba entre todos esos artistas de la estafa porque fue allá a darle sanción presidencial a su Política de 'Libertad' Religiosa y de Cultos.
Y es que esta política de 'libertad' religiosa de Santos ameritaba la celebración con el Consejo Mundial de Iglesias porque marca el fin del laicismo en Colombia — la Política está contenida en la Resolución 0889 de 2017, en donde básicamente el Ministerio del Interior renuncia a la potestad del Estado de intervenir y regular el peligroso y lucrativo negocio de la fe y, a la vez, autoriza a que las iglesias intervengan en la creación de las políticas públicas: