Hace unos días hablamos de Pie Grande y cómo un avivato consiguió meterle un gol a la nomenclatura zoológica registrando un nombre válido para la criatura mitológica de sus afectos, explotando un loophole en las reglas de la taxonomía, una práctica a la que los magufos criptozoológicos son muy proclives.
Hoy el turno es para el Yeti o Abominable Hombre de las Nieves, una leyenda similar a la de Pie Grande, sobre una criatura simiesca que viviría en el Himalaya, y se ha convertido en una parte fundamental del folclore tibateno y de Nepal.
Y no son buenas noticias para los que creen que el Yeti existe — una investigación publicada a finales de Noviembre realizó análisis de ADN a nueve muestras que presuntamente provenían del Yeti, que habían sido recogidas y vendidas por grandes sumas de dinero a coleccionistas incautos o incluso a museos.
Las muestras analizadas incluían huesos, dientes, piel, pelo y heces recogidas en el Himalaya y la meseta tibetana. Una resultó ser de un perro. Las otras ocho eran de osos asiáticos: una (la muestra de piel) era de un oso negro asiático, una de un oso pardo del Himalaya, y las seis restantes de osos pardos tibetanos.
Dudo que esto influya para que los que creen en el Yeti no registren un nombre científico legítimo para su criatura inexistente — los criptozoólogos tienen un poderoso incentivo para seguir perpetuando el vandalismo taxonómico.
(vía Rosa Rubicondior | imagen: Gordon Wrigley)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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