OnlyFans es una plataforma de creación de contenido por suscripción, conocida principalmente por el contenido erótico. Los usuarios de OnlyFans pueden crear publicaciones a partir de las peticiones de sus suscriptores, y pueden venderlas a precios variables — en 2020, durante la pandemia de Covid-19, OnlyFans se erigió como una alternativa para que una nada despreciable parte de la industria sexual pudiera seguir pagando las facturas.
En agosto de 2021, OnlyFans anunció que desde octubre se prohibiría el contenido sexual explícito, aunque en menos de siete días la medida fue reversada debido a las oleadas de indignación de los usuarios. Por ahora, los creadores de contenido pueden respirar tranquilos.
Pero el problema es más profundo, pues resulta que la prohibición del contenido sexual explícito de OnlyFans no fue una espontánea ocurrencia de algún gerente hipócrita con mucho tiempo libre. OnlyFans se vio obligado a proponer estos cambios como respuesta a las instituciones financieras y los procesadores de pago, que en un intento de preservar su prestigio con los grupos de odio religioso coquetean con no procesar los pagos por contenido erótico. En esencia, es una maniobra de libro, aunque con nuevos elementos. A saber:
Un grupo cristiano hace lobby para que el resto de la sociedad se vea obligada a vivir según sus bíblicos preceptos, y como parte de sus esfuerzos lanza una campaña contra el trabajo sexual, acusándolo falsamente de servir para actividades ilegales como la explotación sexual, la pornografía infantil y el tráfico sexual. En este caso, el grupo en cuestión es el National Center on Sexual Exploitation (NCOSE) — una organización homofóbica y antipornografía de extrema derecha que hasta 2015 se llamaba Morality in Media, y que en 60 años de existencia ha hecho cuanto ha podido para purgar los medios de comunicación de cualquier contenido remotamente erótico u homosexual.
En respuesta al surgimiento de OnlyFans y otras plataformas que conectan a los creadores directamente con los consumidores, el puritanismo también se adaptó para poder seguir entrometiéndose en la vida privada de las personas. El NCOSE, particularmente, empezó a hacer presión para que MasterCard (y, por inercia, los demás procesadores de pago) 'endurezcan' sus términos y condiciones, con la excusa de prevenir contenido adulto 'ilegal', lo que a su vez puso a OnlyFans en la posición de replantear sus términos y condiciones o quedarse sin el flujo de ingresos de los consumidores que pagan con tarjetas de MasterCard. El cambio habría afectado a millones de trabajadores sexuales alrededor del mundo. El NCOSE publicó un comunicado de prensa en el que orgullosamente admiten haber jugado parte en todos estos eventos.
Desde hace años sabemos que el activismo antiprostitución es un lucrativo negocio, en el que el machismo de toda la vida se disfraza de preocupación por las mujeres para dictar lo que estas pueden y no pueden hacer con su cuerpo. Y como si no fuera suficientemente absurdo que todavía haya adultos que van por la vida pretendiendo decidir lo que las demás personas pueden hacer y ver, el elemento de hacerle presión a los procesadores de pago es relativamente nuevo y definitivamente preocupante porque lo cierto es que este es un oligopolio de tres: MasterCard, Visa y American Express — y, a diferencia de los bancos, no es como si uno tuviera a su disposición una plétora de empresas a las cuales irse si los de la tarjeta actual han decidido que sus políticas ahora obedecerán al puritanismo de un grupo intolerante.
OnlyFans logró reversar la decisión al asegurar su estabilidad económica con otras instituciones del sistema financiero. Una victoria de ellos y de los trabajadores sexuales y la libertad de expresión; no obstante, tengo el presentimiento de que este no será el último intento del NCOSE y otras tenebrosas organizaciones antiderechos por imponerle sus reglas de comportamiento a los demás.
Ojalá sigan fallando, porque si no, cuando los fundalunáticos religiosos consigan que los tres procesadores de pago a nivel mundial nieguen sus servicios a contenidos que no se adapten a su muy pacata concepción de la moral, viviremos en un mundo radicalmente diferente al actual — si los procesadores de pago ceden en esto, se le estará enviando un mensaje de aliento al resto de los censores y puritanos, para que ellos también dicten los contenidos por los cuales sería aceptable pagar. ¿Ya no habrá suscripción a Charlie Hebdo? ¿No podré ser fan pago de un artista que haga imágenes blasfemas? ¿Se va a bloquear el sistema de donaciones a organizaciones humanistas? Espero que nunca lo averigüemos.
Por el momento, sigue habiendo contenidos por los cuales vale la pena pagar — para todo lo demás existe MasterCard.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones
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