jueves, 4 de febrero de 2016

En Colombia hay pocos carros [EDITADO]



Hoy, como todos los primeros jueves de febrero desde hace varios años en Bogotá, es el Día Sin Carro, una medida liberticida y autocrática muy del gusto de las administraciones locales, con la que pueden decir que están haciendo algo por el medio ambiente — aunque la reducción de gases sea insignificante y la medida no cobije a los peores infractores (y ya quiero ver cómo se justificarán cuando todos los carros sean eléctricos).

Siempre han dicho que "hay muchos carros", y que eso hace necesaria la medida. Pero el problema no es la cantidad de carros porque, en serio, en Colombia hay pocos carros.

Al respecto, vale la pena rescatar un comentario publicado en la edición impresa de El Tiempo del sábado, enviado por un lector llamado Ignacio Ruíz; me parece apropiado reproducirlo en su totalidad —ya que por algún motivo, El Tiempo no publica estos comentarios en línea—:

¿El problema es que hay muchos carros? Un dato para ubicarnos es cuántos carros por cada 1000 habitantes hay, según el Banco Mundial. Aquí la respuesta. Alemania, 546; Holanda (el país de las bicicletas), 429; Suecia, 457; Argentina, 315; México, 278; Uruguay, 217; Brasil, 210; Chile, 197; Costa Rica, 188; Venezuela, 147; Panamá, 137; Salvador, 102; Colombia, 70.

El problema es el atraso tan infernal en infraestructura. No podemos dejarnos manipular por lo que dicen los gobernantes irresponsables de nuestras ciudades, que no hacen su trabajo de invertir en infraestructura y permitir el desarrollo del país.

¡70 — en todo el país! Y eso que el parque automotor ha aumentado, en parte gracias a medidas absurdas como el Pico y Placa, que hace más impositivo tener y mantener un vehículo.

Haciendo cuentas con los carros en Bogotá, la tasa en Bogotá oscilaría entre los 186 y los 261 carros por cada 1.000 habitantes. Sigue siendo un número pequeño comparado con esos paraísos de bicicletas europeos *.

Por supuesto, este es un cruel reflejo de una realidad aún más cruel: la capacidad adquisitiva de la mayoría de la población es nimia — pero a los enemigos del carro les traen sin cuidado la pobreza o la calidad de vida; muchos sólo buscan reconfortarse sabiendo que le han jodido las posibilidades a miles de conciudadanos inocentes. ¡Siempre y cuando jodan al vecino, la existencia de normas que amplían la brecha económica traerá sin cuidado a los luditas!



* Inicialmente este artículo asumía que la proporción de carros en Bogotá se seguía de la del país. Gracias al lector Daniel Rojas, se corrigió la información.

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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