Creo que el papa Francisco fue nombrado para mejorar la imagen de la Iglesia Católica y la estrategia publicitaria fue un éxito — Bergoglio es un ídolo para personas que, de otro modo, rechazarían el emporio criminal que dirige; es frustrante ver que personas supuestamente críticas se emocionen cada vez que el Papa moja prensa y no se tomen la molestia de leer entre líneas sus palabras, que siguen siendo tan retrógradas y cavernarias como las de todos sus antecesores.
Por eso es un alivio encontrar en Soho una diatriba contra el papa Fracisco de Martín Caparrós, quien no sólo le saca los trapitos al Sol, sino que —siendo ambos argentinos— expone el peronismo del Papa. Aquí unos apartes: