viernes, 30 de mayo de 2014

Hogar de la Iglesia tenía fosa común con 800 cuerpos de bebés



Noticia escalofriante, que traduzco en su totalidad.



De acuerdo con un informe del Irish Mail on Sunday, una fosa común se ha ubicado al lado de un antiguo hogar para madres solteras y bebés en el condado de Galway. Se cree que la tumba contiene los cuerpos de hasta ochocientos bebés, enterrados en los antiguos terrenos de la institución conocida localmente como "La Casa" en Tuam, al norte de la ciudad de Galway, entre 1925 y 1961

Dirigida por las monjas Bon Secours, "La Casa" albergó a miles de madres solteras y sus hijos "ilegítimos" durante esos años.

De acuerdo con el Irish Mail on Sunday, las causas de la muerte registradas en "tantos como 796 niños" incluían "desnutrición, sarampión, convulsiones, tuberculosis, gastroenteritis y neumonía".

Los bebés eran por lo general enterrados sin ataúd, en una parcela que una vez había albergado "un tanque de agua", dice el informe. Ningún monumento fue erigido, el sitio quedó sin marcar y sin duelo.

La impresionante tasa de mortalidad "La Casa" aparentemente se repitió en Irlanda en otros lugares.

El hogar Sean Ross Mother and Baby, retratado en la galardonada película "Philomena" de este año, abrió sus puertas en Roscrea, County Tipperary en 1930. En su primer año de funcionamiento murieron 60 bebés de un total de 120, una tasa de mortalidad infantil del cincuenta por ciento, más de cuatro veces mayor que en la población general en el momento.

Las estadísticas muestran que una cuarta parte de todos los niños nacidos fuera del matrimonio en la década de 1930 en Irlanda murieron antes de cumplir su primer año. Como han señalado los observadores en otros lugares, estas eran tasas de mortalidad infantil del siglo 17.

En sólo un año, a mediados de 1940 en el hogar Bessborough Mother and Baby en el condado de Cork, de los 180 bebés que nacieron murieron 100.

Dadas las escandalosamente altas tasas de mortalidad, es difícil no llegar a la conclusión de que la amenaza de desestabilización que estos niños representaban para la sociedad irlandesa y su ethos religioso conservador puede haber contribuido a su muerte prematura.

Si 60 bebés murieron en el primer año solo en la casa Abbey Ross Sean, es una probabilidad matemática que cientos de más muertes podrían haber ocurrido en las décadas que siguieron (se estima que en Irlanda, nacieron unos 50.000 bebés en hogares de madre y bebé antes de que cerraran, en los noventa).

Abbey Ross Sean sólo era una de las muchas casas de madre y bebé que operaban en el estado, pero el estigma "ilegítimo" no se limitaba exclusivamente a los católicos. Los informes muestran que 219 niños murieron en el hogar protestante Bethany en Rathgar, condado de Dublin entre 1922 y 1949.

Como muestra "Philomena", muchos de los niños que sobrevivieron en los hogares de madres y bebés fueron dados forzosamente en adopción más tarde, con mayor frecuencia a EEUU. Entre 1945 y 1965 se adoptaron más de 2.200 bebés irlandeses por la fuerza, un promedio de 110 niños cada año, o más de dos a la semana.

Funcionarios de la Iglesia han negado constantemente haber recibido pagos por estas adopciones, insistiendo que muchos de los papeles y documentos de la época se perdieron en un incendio.

Como no había ninguna solicitud por parte de las madres biológicas para quedarse con sus hijos –se pensaba que la vergüenza sería demasiado ruinosa– perdían toda pretensión futura para ellos. Su castigo era trabajar sin salario durante dos o tres años en expiación por sus pecados. En las casas usaban uniformes en todo momento, les cambiaban los nombres y sus cartas eran censuradas.

Los críticos sostienen que la continua renuencia de las órdenes religiosas irlandesas a entregar sus registros internos o indemnizar a las víctimas pasadas hogares de madres y bebés, lavanderías magdalenas y reformatorios, se puede atribuir a su alarma por ser obligados a ofrecer los pagos obligatorios o el temor de que nuevos horrores podrían salir a la luz.

Pero las exigencias de investigación de los diferentes sitios están creciendo. Al final, dicen los críticos, debe corresponder al propio Estado abrir las tumbas anónimas y contar los muertos.

(vía Humanisticus)

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