Desde que My President, Juan Manuel Santos, fue postulado para el Nobel de Paz 2016 y después de que se lo ganó, el uribismo ha difundido la teoría conspiranóica de que el Presidente compró el galardón; lo que es un completo disparate para cualquier persona con dos dedos de frente.
Colombiacheck contrastó todos los hechos conocidos y lo único que queda claro es que no hay evidencia para saltar a la conclusión de que Juan Manuel Santos compró el Nobel de Paz:
- Kaci Kullmann Five, una de las cinco personas que actualmente conforman el Comité Nobel, estuvo en la junta directiva de Statoil de 2003 a 2007.
- Statoil llegó a Colombia en 2014.
- Kullman entró a hacer parte del Comité Nobel en 2015
- La mejor evidencia disponible apunta a que Juan Manuel Santos fue postulado al Premio por el parlamentario noruego Heikki Holmås, en febrero de 2016
- Santos fue elegido como el destinatario del Nobel de 'Paz' en octubre, unos pocos días después de la victoria del fascismo en las urnas.
Por tanto, según la narrativa uribista, todas las siguientes afirmaciones son ciertas aún cuando carecen de evidencia para respaldarlas: Kullman ejerce su cargo en el Comité Nobel para comprar y pagar favores a la que fue su antigua compañía hace casi 10 años, Juan Manuel Santos habría aceptado la entrada de Statoil (como hacen todos los Presidentes cada vez que una petrolera quiere entrar en el país) sabiendo con más de un año de anticipación que ella sería nombrada al Comité y que él mismo sería postulado al Nobel, y ella logró manipular efectivamente por lo menos a dos de los cuatro votos restantes para que le dieran el galardón al Presidente. Para ser ese inepto que los uribistas pintan, el Presidente sí que sabe planear estratégicamente.
¡Y hay gente que se lo cree!
Pero como el que las hace se las imagina, en la mente del uribista promedio, y en su distópica visión de la realidad, cualquier cosa que no se encamine a que Álvaro Uribe se atornille al poder es una traición a la patria y, necesariamente, es conseguido por medios ilícitos y cuestionables, cuando no hay corrupción de por medio.
Claro que a ellos les traen sin cuidado los casos de corrupción del uribato, que han sí sido probados judicialmente y tienen toneladas de evidencia como en los casos de Andrés Felipe Arias y la compra de la reelección.
Pero cuando uno es leal a una persona en vez de a unos ideales, la compra y venta de premios o de reelecciones no es mala o buena en sí misma, sino que eso depende del beneficiario inmediato. ¿A alguien le quedan dudas del poder corrosivo de los cultos a la personalidad?
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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