Febrero de 2020 fue un mes importante para el laicismo en Europa. Primero, Macron defendió el derecho a blasfemar (más o menos); segundo, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa rechazó la recomendación de "acomodación razonable" de religión en el lugar de trabajo.
Y, tercero: el actor Guillermo Toledo, alias Willy Toledo, fue absuelto del pseudodelito de ofender los sentimientos religiosos.
¿Cómo, delito de ofender los sentimientos religiosos? Sí, pues resulta que España conserva ese simpático tipo penal en su ordenamiento jurídico (artículo 525 del Código Penal), y los creyentes religiosos no escatiman en usarlo cada vez que alguien dice algo contra la superstición de sus afectos. Para la muestra, el caso de Willy Toledo.