En Colombia las iglesias están libres de impuestos. Negocios como son, no deberían estarlo, pero en virtud de un leonino y tramposo concordato con el Vaticano, no se le cobran impuestos ni a la Iglesia Católica ni a las protestantes, ni a los demás centros supersticiosos que haya en el país (y es curioso - ahí sí exigen igualdad, pero se la pasan por la faja cuando las entidades del Estado y sus funcionarios las promueven).
Pues en un perspicaz análisis de la revista Dinero (que revela una pequeña parte de lo asquerosamente millonarias que son las iglesias), viene una propuesta bastante sensata:
Este es el momento indicado (aunque siempre es buen momento) para acabar con la estupidez esa del Concordato y empezar a cobrarle a todos esos estafadores engañabobos por los ingresos que perciben. O si no, que no llamen a los bomberos cuando se incendie uno de sus templos de adoración a la ignorancia - ¡ese es un servicio al que se accede pagando!
Pues en un perspicaz análisis de la revista Dinero (que revela una pequeña parte de lo asquerosamente millonarias que son las iglesias), viene una propuesta bastante sensata:
En la antesala de la llegada del proyecto al Congreso, expertos de distintas vertientes parecen estar de acuerdo en que los contribuyentes paguen en la justa medida de sus posibilidades y en que aquellos que son beneficiarios de importantes exenciones aporten cabalmente lo poco que les resulta obligatorio.
En esta última categoría encajan las 3.597 iglesias, confesiones y denominaciones religiosas reconocidas actualmente por el Ministerio del Interior, al amparo de la libertad constitucional de cultos. Según bases oficiales y públicas de datos del Gobierno, en 2010, el último año del que ya hay información consolidada, esas organizaciones declararon ingresos y patrimonios por un poco más de $7 billones, cifra comparable con la mitad de las utilidades que produce una empresa como Ecopetrol.
Sin embargo, cuando la masa de capital reportada pasó por los cedazos tributarios, los impuestos pagados por todas ellas sumaron apenas $198 millones. Según los especialistas consultados, estas cifras sugieren a primera vista una desproporción sobre la que no parece se haya reparado lo suficiente.
Este es el momento indicado (aunque siempre es buen momento) para acabar con la estupidez esa del Concordato y empezar a cobrarle a todos esos estafadores engañabobos por los ingresos que perciben. O si no, que no llamen a los bomberos cuando se incendie uno de sus templos de adoración a la ignorancia - ¡ese es un servicio al que se accede pagando!
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