En estos días Benedicto XVI fue manchar las pobres tierras de Cuba y México con su repugnante presencia, para poder esparcir sus mentiras y promover en el país manito que se apruebe la reforma al artículo 24 de la Constitución, que acabaría con el incipiente estado laico del país.
Lo más llamativo de todo fue su elección de palabras. Por ejemplo, las que pronunció en Cuba:
Y es curioso, porque lo mismo le pasa al catolicismo: como fue concebido, con su despreciable machismo, su homofobia y su supresión de la diversidad ya no responde a la realidad y así no se puede construir una sociedad.
Una sociedad civilizada y libre permite la libre investigación, rechaza los dogmas y no le dice a las personas qué opciones de vida son mejores que las otras. Todo lo contrario a ese último monumento al fascismo de Europa llamado Vaticano.
Y es que la cosa no queda ahí. Lo que Benedicto dijo en México también es aplicable a la Iglesia:
Porque rechazar la idolatría al dinero cuando se es presidente de la mayor transnacional del crimen, que esclaviza a los hombres con su putrefacta ideología, es de lo más cómodo del mundo.
La diferencia radica en que tanto el marxismo como el narcotráfico (al menos el mexicano) son honestos: el uno no está de acuerdo con la propiedad privada y los otros sólo quieren hacer dinero a como dé lugar.
La hipocresía es la característica definitiva del catolicismo.
Lo más llamativo de todo fue su elección de palabras. Por ejemplo, las que pronunció en Cuba:
"Es evidente que la ideología marxista como era concebida ya no responde a la realidad y así no se puede construir una sociedad. Deben encontrarse nuevos modelos con paciencia y de forma constructiva", refirió el Pontífice.
Y es curioso, porque lo mismo le pasa al catolicismo: como fue concebido, con su despreciable machismo, su homofobia y su supresión de la diversidad ya no responde a la realidad y así no se puede construir una sociedad.
Una sociedad civilizada y libre permite la libre investigación, rechaza los dogmas y no le dice a las personas qué opciones de vida son mejores que las otras. Todo lo contrario a ese último monumento al fascismo de Europa llamado Vaticano.
Y es que la cosa no queda ahí. Lo que Benedicto dijo en México también es aplicable a la Iglesia:
Benedicto XVI refirió que la Iglesia debe “desenmascarar la idolatría del dinero que esclaviza a los hombres, desenmascarar el mal y las falsas promesas, desenmascarar la mentira y la estafa que están detrás de la droga”.
El representante del Vaticano argumentó que una de las razones de la crisis del narcotráfico es idolatrar al dinero, “que convierte a los hombres en esclavos”.
Porque rechazar la idolatría al dinero cuando se es presidente de la mayor transnacional del crimen, que esclaviza a los hombres con su putrefacta ideología, es de lo más cómodo del mundo.
La diferencia radica en que tanto el marxismo como el narcotráfico (al menos el mexicano) son honestos: el uno no está de acuerdo con la propiedad privada y los otros sólo quieren hacer dinero a como dé lugar.
La hipocresía es la característica definitiva del catolicismo.
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