La oposición al fracking está de moda, pero para poder tomar partido primero necesitamos informarnos sobre él.
¿Qué es fracking?
El fracking o fracturación hidráulica es el proceso de fracturar roca con líquidos presurizados. A pesar de que parece ser una malvada tecnología nueva, el fracking realmente nació en 1947 y tuvo sus primeras aplicaciones comerciales exitosas en 1949.
¿Qué hay de nuevo?
Desde 1949, el fracking se ha venido utilizando como una técnica en los pozos de petróleo y gas natural, pero no fue sino hasta 1997 que nos enteramos que se podía usar en esquistos bituminosos para extraer gas y petróleo natural que hasta entonces eran imposibles de explotar.
¿Tiene riesgos?
Por supuesto, como todo - no hay actividades 100% seguras; salir de la casa, manejar un carro, comer, nadar, someterse a una cirugía y muchas otras actividades y tecnologías implican niveles de riesgos que se deben administrar. Hay que saber usar el principio de precaución.
El fracking, a pesar de que no es una tecnología de perforación, ocurre después de que el pozo ha sido perforado, entubado y cementado. La implementación de cualquiera de estos pasos previos debe ser hecha bajo las más estrictas regulaciones, o de lo contrario podrían suceder accidentes (como con cualquier otra tecnología de extracción).
Contrario a lo que dicen las malas lenguas, con el fracking no se bombean masivas cantidades de químicos peligrosos en la tierra. En realidad, los compuestos del fracking son un 98% agua y un 2% de distintos químicos que incluyen agentes antibacterianos -utilizados en desinfectantes-, agentes gelificantes -usados en el helado-, reductores de fricción -utilizados en cosméticos- y tensioactivos -utilizados en los detergentes para ropa-.
Agua
También corre el mito de que el fracking envenena los acuíferos de agua potable, sin embargo, la fracturación hidráulica ocurre a dos kilómetros bajo tierra, muy, muy lejos de las fuentes de agua potable subterránea. Como ya mencionamos, las fases de perforación del pozo son las que, de hacerse de manera descuidada y sin una clara observancia de regulaciones estrictas, podrían contaminar los acuíferos, pero el fracking per sé no.
Incluso, hay quienes han pretendido culpar al fracking de contaminar los acuíferos con metano. Sin embargo, la evidencia demuestra que el metano presente en las aguas subterráneas no es del yacimiento, sino que proviene de descomposición de materia orgánica en turberas y sedimentos superficiales.
Otras objeciones aseguran que el proceso desperdicia mucha agua. Afortunadamente en el proceso se reutiliza el agua y, además, ya se hace fracking sin agua y con agua de mar.
Puestos a hacer cuentas, hay actividades que consumen más agua que el fracking: entre otras, las industrias de la construcción, energía eléctrica, agricultura, textiles, alimentos y bebidas. Nadie en su sano juicio pretendería prohibir estas actividades.
Actividad sísmica
En el 2012 se publicó un estudio del National Research Council que indica que en casi 90 años de seguimiento, se ha demostrado que la actividad humana ha desencadenado 154 terremotos significativos, la mayoría de ellos moderados o pequeños, producto de la extracción de petróleo y gas, la construcción de represas en los ríos y la inyección de aguas residuales. De esos 154, sólo dos han sido causados por el fracking, uno de magnitud de 2,8 en Oklahoma y otro magnitud 2,3 en Inglaterra. En esos sismos no ha muerto nadie, y en comparación con los casi 14.500 terremotos de magnitud 4 o más que se producen en todo el mundo al año, no parece un riesgo digno de prohibir toda una tecnología.
Densidad poblacional
Otro argumento para oponerse al fracking es que en EEUU se puede hacer por su baja densidad poblacional, mientras que en Europa hay muchos más habitantes por metro cuadrado. Sin embargo, también se hace fracking en zonas de EEUU densamente pobladas como Dallas-Fort Worth y Los Ángeles.
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