Ayer, el programa Corazón contento de Teleantioquia, presentado por Carolina Laguado y Diana Restrepo, trató sobre creencia religiosa — el invitado ateo fue mi amigo Édgar Medina (y además del cristiano de rigor, también invitaron raelianos y a una mujer musulmana):
La historia raeliana es loquísima. Según ellos son ateos porque no creen en un ser sobrenatural, pero creen en unos extraterrestres con tecnología de la cual no tenemos ninguna evidencia, lo cual hace que sus afirmaciones sean igual de vacías que las de cualquier monoteísmo.
César Parra, el católico, justificó su creencia diciendo que dios le resolvió el problema económico, lo que suena tremendamente presuntuoso: en Colombia hay una alta proporción de familias católicas que creen en todas las ridiculeces bíblicas y son más papistas que el Papa y sus problemas económicos siguen presentes y se empeoran. Traduciendo, este señor está diciendo que él es especial y merece un tratamiento privilegiado por encima, incluso, de correligionarios suyos aún más fervorosos. Creer así es fácil: ¿a quién no le gustaría creerse el centro del Universo?
Su argumento tampoco habla muy bien de su dios, porque en últimas se reduce a la amenaza de miseria si uno no cree. Amar bajo coerción no es amor, es esclavitud. ¿Cómo puede alguien querer siquiera que algo de esto sea cierto?
Luego, Parra dice que su creencia en dios se reforzó porque vio que había gente haciendo el bien, ¡pero eso no prueba nada! En cambio, la existencia del mal es el mejor argumento contra la existencia de dios.
De la musulmana, Astrid Cárdenas, me llamó la atención la forma como camufló el machismo de su superstición: según ella, cubren a las mujeres porque son muy hermosas, como rocas preciosas que se guardan. El problema está en que de no cubrirse las lapidan — ¿quién trataría así una joya?
Después mostraron el colegio Theodoro Hertzl, fundado por judíos pero que no impone una religión. Esto sonaba ideal... hasta que empezaron a hablar de "niños judíos", "niños católicos", "niños hindúes" y "niños budistas" y se afirmaban con orgullo que perpetúan el abuso infantil de los padres al reforzar las creencias irracionales que se les han inculcado a estas mentes indefensas y en formación. Eso no puede estar bien en ningún nivel.
La intervención de Édgar me gustó casi toda, en general me sentí identificado con lo que dijo y la pregunta que le hizo a Parra ("¿Puede alguien ser bueno sin creer en dios?") fue todo un as bajo la manga que puso a patinar al religioso y a ofrecer sofismas. (La respuesta es "Sí, se puede ser bueno sin dios".) Tal vez, la única diferencia que tengo con todo lo que dijo Édgar es con su respuesta al meme de que los ateos no creemos en nada (?). Él respondió que un ateo cree en sí mismo —que es válido—, pero resulta que hay muchos ateos y algunos creen en hadas y otros entes igual de absurdos a dios. En lo particular, prefiero responder que creo en los derechos humanos y las libertades civiles (de hecho, esa fue mi respuesta cuando participé en Desafío Juvenil). Esta respuesta me gusta más porque, precisamente, desarma a los religionistas cuando vienen a acusarnos de inmorales.
Para terminar, la participación de Ana Victoria Ochoa fue una muy grata sorpresa (Google me informa que es guionista, directora de cine y documentalista — tiene en su haber A la rueda, rueda de paz y candela y el documental Madre de espaldas con su hijo, sobre la madre de Pablo Escobar).
Curiosamente, Ochoa fue la que más defendió el laicismo y la vi muy bien enterada sobre ateísmo militante y la soporífera situación de cristiano-normatividad en Colombia.
(Imagen: Teleantioquia)
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