Hace dos meses, los magufos alrededor del mundo salieron a celebrar porque un jurado en California condenó a Monsanto-Bayer a pagar casi $ 300 millones de dólares por daños al jardinero Dewayne Johnson porque supuestamente su marca de glifosato, el RoundUp, le habría causado cáncer. En su momento señalamos que la relación causal entre glifosato y cáncer no está soportada por la evidencia, y que la opinión un jurado no reemplaza los estudios revisados por pares y publicados en revistas indexadas de amplia trayectoria y alto factor de impacto.
No importó. Es más, los abogados de Johnson habían alegado que el cáncer no era causado por el glifosato en general, sino específicamente por el de Monsanto — de nuevo, sin evidencias. Y de nuevo, no importó: para los activistas, que 12 personas equis sin ningún entrenamiento científico consideraran que una marca de glifosato causa cáncer equivalía a la prueba reina de que todo el glifosato causa cáncer. Vamos, que fue una orgía de razonamiento motivado y sesgo de confirmación buenrollista.
Según informa Associated Press, la Juez del Tribunal Superior de San Francisco Suzanne Bolaños está considerando anular la sentencia del jurado porque —como señalamos los escépticos—, no hay evidencia de que el glifosato cause cáncer:
El jurado de San Francisco en agosto dijo que Monsanto sabía —o debería haber sabido— que su herbicida récord en ventas Roundup causa cáncer y sancionó a la compañía con $250 millones en daños punitivos, que están diseñados para castigar a las compañías que actúan imprudentemente. El jurado también le otorgó a DeWayne Johnson 33 millones de dólares en los llamados daños por "dolor y sufrimiento" y 6 millones de dólares en daños reales.
Pero Bolaños emitió un fallo provisional por escrito antes de la audiencia diciendo que tenía la intención de anular los daños punitivos y programar un nuevo juicio sobre ese tema.
Durante la audiencia, Bolaños también dijo que estaba consternada por los 33 millones de dólares en daños y perjuicios "no económicos" que el jurado le otorgó. El abogado de Johnson abogó un millón de dólares al año durante los próximos 33 años. Pero los abogados de Monsanto argumentaron que se espera que Johnson viva dos años más — un argumento que pareció resonar con Bolaños, quien reflexionó en voz alta sobre la creación de una orden que reduzca el veredicto completo a menos de $9 millones.
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Bayer AG, que adquirió Monsanto en junio, dijo que estaba de acuerdo con la juez y "sigue creyendo que la evidencia durante el juicio no apoya el veredicto ni las indemnizaciones por daños y perjuicios".
"El veredicto del jurado estuvo totalmente en desacuerdo con más de 40 años de uso en el mundo real, un extenso cuerpo de datos y análisis científicos y aprobaciones en 160 países, que apoyan la conclusión de que los herbicidas a base de glifosato son seguros cuando se usan como se indica y que el glifosato no es cancerígeno", dijo Bayer en su declaración.
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En su veredicto tentativo, Bolaños escribió que el demandante Johnson no presentó "evidencias claras y convincentes de malicia u opresión" por parte de Monsanto. Ella escribió que él no proporcionó ninguna prueba de que los empleados de Monsanto creyeran que la exposición al producto causó su linfoma.
Monsanto había argumentado antes de la audiencia que Johnson no pudo probar que los herbicidas Roundup o similares causaron su linfoma y no presentó pruebas de que los ejecutivos de Monsanto fueran maliciosos al comercializarlo.
Los reguladores de todo el mundo han concluido en "múltiples ocasiones" que el ingrediente activo del Roundup —glifosato— no es un carcinógeno humano, dijeron los abogados en documentos judiciales.
El caso del cáncer y el glifosato me parece muy curioso, porque ofrece una oportunidad para ver de primera mano el comportamiento irracional de quien se ha casado con una idea, y la gimnasia mental que tiene que hacer para seguir apoyando su conclusión. Empiezan con el estudio metodológicamente defectuoso de la IARC (que yo no dudo en etiquetar, además, de intelectualmente deshonesto), y se hacen un enredo completo cuando uno les señala que ni la EPA, ni la EPA neozelandesa, ni la EFSA, ni la FAO, ni la OMS —de la que la propia IARC hace parte (!)— han encontrado que el glifosato cause cáncer. Aparentemente eso sólo lo muestran los estudios metodológicamente defectuosos hechos de mala fe.
En 2018, en parte como respuesta al veredicto contra Monsanto en primera instancia, la Autoridad Australiana de Pesticidas y Medicamentos Veterinarios (APVMA, acrónimo en inglés) expidió su propio reporte regulatorio en el que concluyó, entre otras cosas, que "los productos que contienen glifosato son seguros de usar según las instrucciones de la etiqueta".
Seguimos acumulando evidencia de que el glifosato no causa cáncer, y los magufos siguen insistiendo, basándose en la más endeble de la evidencia: un estudio que tiene tantos errores metodológicos que parece hecho por la administración Trump y el veredicto de un puñado de personas no entrenadas científicamente, que fueron chantajeados emocionalmente durante el juicio, con el caricaturesco argumento de que si no condenaban a Monsanto, los ejecutivos de Bayer se encerrarían a tomar champaña para festejar (sí, ese fue un argumento usado, que el juez de circuito instruyó al jurado que ignoraran, al parecer sin ningún éxito).
Uno puede estar en contra de las prácticas económicas de Monsanto, de su modelo de negocio y del uso que en ocasiones se le da al glifosato —el gobierno colombiano, por ejemplo, en su infinita estupidez de querer entrometerse en lo que las personas podemos hacer con nuestros cuerpos, ha decidido seguir luchando la absurda y perdida guerra contra las drogas con aspersiones de glifosato sobre los cultivos de coca—. Por muy loable que sea la causa, nada justifica tergiversar la ciencia à la Lysenko o Mengele.
Y la comparación no es exagerada porque, mira tú por dónde, ya están los antivacunas cosechando los frutos de la desinformación sobre el glifosato, alegando hay vacunas a las que les ponen el herbicida, e incluso tienen firmas de abogados sinvergüenzas promoviendo esta mentira.
Curiosamente, quienes odian a Monsanto y acusan a todo el que se atreve a defender la ciencia de estar en la nómina de Bayer, jamás se han dado a la tarea de investigar quiénes financian la histeria antitransgénica y la moda 'orgánica', no sea que se lleven una desagradable sorpresa. Aunque no se puede pasar por alto la ironía: criaturitas que son manipuladas por multinacionales para que crean que están haciendo activismo contra malvadas multinacionales. Definitivamente, la realidad supera a la ficción.
(vía Manuel Herrador, GMO Pundit y Keith Kloor | imagen: Mike Mozart)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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