Creo que lo que realmente consiguió que viera la corriente woke como un retorno al más rancio racismo y otras formas de discriminación fue la exigencia que hace unos años empezó a popularizarse entre movimientos universitarios americanos que exigían el regreso de espacios segregados por raza en los campus — las políticas de Jim Crow disfrazadas de progreso.
Desde entonces, para mí cada vez es más evidente que sin importar la variedad de las políticas de identidad, todas (sea el supremacismo blanco, la Nación del Islam, o el feminismo interseccional) conducen a lo mismo, porque su premisa es la misma: conseguir que la sociedad y sus leyes se basen en un esencialismo semi-biológico. Había pensado en escribir un post largo y detallado al respecto, que ilustrara el punto, pero da la fortuita casualidad que alguien se me ha adelantado y ha expuesto el punto de manera concisa y humorística.
Desde el lunes, el video When Wokes and Racists Actually Agree on Everything del comediante Ryan Long ha rondado las redes sociales con justa razón, porque deja al descubierto que los postulados woke son virtualmente indistinguibles de los de los supremacistas blancos: