martes, 11 de noviembre de 2014

Nosotros somos los fantasmas



¿Alguna vez han sentido una presencia fantasmagórica a su lado, mientras están en completa soledad? La ciencia está encontrando una explicación a este fenómeno.

Como de costumbre, Steven Novella nos ofrece una magnífica explicación:

Un reporte común es la sensación de presencia (FoP, su sigla en inglés) — la sensación de que hay otra entidad en la habitación con nosotros, aunque no podemos verla del todo, ya que está al acecho justo al borde de nuestra visión. Yo mismo he experimentado esto, durante episodios hipnagógicos cuando estoy muy privado de sueño.

Los neurocientíficos han publicado recientemente un estudio que explora las posibles causas neurológicas de la FoP. En primer lugar, estudiaron pacientes que reportan FoP después de una lesión neurológica, como un accidente cerebrovascular. El análisis de la lesión es un método utilizado para explorar la correlación entre neuroanatomía y los fenómenos mentales.

Encontraron correlaciones consistentes con lesión en la corteza temporoparietal, insular, y especialmente frontoparietal. A partir de esto, postularon la hipótesis de que la FoP es el resultado del procesamiento de información sensorial defectuosa que se refiere a nuestro sentido del propio cuerpo. Estas se llaman auto-ilusiones.

Esto encaja bien con nuestra actual comprensión de cómo construyen nuestros cerebros el sentido de que existimos, ocupamos nuestros cuerpos, y poseemos y controlamos nuestros cuerpos. Mientras damos por sentado estas sensaciones, ellas no surgen simplemente del hecho de que somos nuestros cuerpos. El sentido del sí mismo, el de la ubicación física y el de la propiedad son todos construidos activamente por el cerebro. El método primario utilizado por el cerebro para construir estas sensaciones es comparar en tiempo real diferentes corrientes sensoriales, la sensación vestibular (detección de la aceleración y la posición relativa a la gravedad), la propiocepción (el sentido de dónde está nuestro cuerpo en el espacio tridimensional), la sensación táctil, la sensación motora (detección de la contracción de nuestros propios músculos) y la visión. Quiero mover mi brazo, veo que mi brazo se mueve, siento que se mueve, y recibo retroalimentación del músculo que indica que se están contrayendo — todo está bien, y esto construye la experiencia subjetiva que soy propietario de y controlo mi brazo.

Cuando estas diversas corrientes sensoriales quedan fuera de sincronía, incluso por un poquito, eso puede crear varias auto-ilusiones, como las experiencias fuera del cuerpo. En el laboratorio, los investigadores pueden generar sensaciones extracorpóreas o la sensación de que ocupamos un maniquí o un avatar virtual.

Por tanto, los investigadores en el estudio actual trataron de inducir una FoP en el laboratorio aprovechando los mismos principios. Estudiaron a 12 sujetos sanos con un dispositivo robot-esclavo. Los sujetos tenían un control en frente de ellos que manejaba un brazo robótico detrás suyo. Cuando movían el control, el brazo robot detrás de ellos tocaba su espalda. Cuando el control y el brazo robot estaban en sincronía, esto producía la ilusión de que los sujetos estaban masajeando su propia espalda.

Entonces, los experimentadores retrasaron el brazo robótico por unos 500 milisegundos. Esta configuración alteró la ilusión de control sobre el brazo robótico y generó una FoP — los sujetos sentían una o más presencias en el laboratorio con ellos, o que estaban siendo observados. Algunos también sintieron que se movían hacia atrás, hacia la fuente de la sensación. Dos de los 12 sujetos encontraron la sensación lo suficientemente inquietante como para pedir que se pusiera fin al experimento de inmediato.

Conclusión


Si bien este es un estudio pequeño, es una demostración convincente y que está en línea con un cuerpo más grande de investigación previa. El patrón constante que emerge de esta investigación es que el cerebro utiliza la sincronización de varias corrientes sensoriales para construir los diversos aspectos de nuestro sentido del yo. Este proceso puede ser interrumpido por una lesión, enfermedad, estrés (como la privación del sueño) o montajes experimentales.

Cuando estos diferentes circuitos se alteran o son confundidos por cualquiera de las anteriores, pueden producir auto-ilusiones, incluyendo experiencias fuera del cuerpo, de ocupar otros lugares u órganos, de miembros fantasmas, de manos extrañas, o una sensación de presencia.

La lección más profunda que podemos sacar de estas líneas de evidencia es que no podemos confiar en nuestras propias experiencias. Cuando las personas me cuentan que tuvieron una experiencia inusual, ellos están relacionando un recuerdo de percepciones erróneas y filtradas, construido y reconstruido, que ellos mismos edificaron como modelo interno de los acontecimientos. Dado lo que sabemos actualmente sobre la neurociencia, sería ingenuo interpretar la experiencia como evidencia sólida de un fenómeno real, sobre todo un fenómeno real y altamente inusual o incluso sobrenatural.

Deberíamos ser especialmente cautelosos con las experiencias que son típicas que ahora podemos reproducir de forma fiable en el laboratorio.

Se requeriría evidencia objetiva externa que la corrobore para siquiera tomar en serio la hipótesis de que esas experiencias son producto de un fenómeno externo en lugar de sólo un cerebro defectuoso. Mientras los cazafantasmas dicen a menudo que tienen estas pruebas, hasta el momento sólo han producido una caza de anomalías muy poco convincente.

Con el estado actual de la evidencia, la explicación neurocientífica de las experiencias fantasmales parece mucho más probable.

(Imagen: black.zack00 via photopin cc)

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