En cierta ocasión me había encargado de desbaratar los disparates de un tal Javier Moreno. En ese caso se trató sobre las consecuencias del ateísmo, y cómo no afiliarse a ningún dictador celestial imaginario, de alguna manera, había causado las peores desgracias del siglo XX (!).
Pues bien, ahora resulta que el señor Moreno no sólo es un arduo defensor de creer en la superstición por el más ridículo de los motivos, sino que también es un declarado enemigo de la ciencia:
Pues bien, ahora resulta que el señor Moreno no sólo es un arduo defensor de creer en la superstición por el más ridículo de los motivos, sino que también es un declarado enemigo de la ciencia: