miércoles, 5 de septiembre de 2012

Crónicas del Segundo Caguán (I)

En vista de que hay un sector de la población que no se ve representado ni en las noticias, ni por los líderes de opinión, ni por el Gobierno, ni por los terroristas, se hace necesario abrir este espacio para llevar nuestra propia cuenta del estrepitoso fracaso que serán los 'diálogos' entre la administración de Juan Manuel Santos y los grupos terroristas de Colombia.

Ayer, martes cuatro de septiembre, fue la primera mesa de diálogo. Este es

Primero habló el cabecilla Timoleón Jiménez, alias Timochenko:

"La Llave de la paz no reposa en el bolsillo del presidente y tampoco del Jefe guerrillero. El verdadero dueño es el pueblo de este país".

“La ampliación de la democracia es indispensable para alcanzar posiciones de paz”, dijo el mando del secretario de las Farc

Se equivoca. Precisamente el pueblo eligió a Juan Manuel Santos para que hiciera lo que no hizo el impresentable Álvaro Uribe y exterminara a la guerrilla. Esa fue la orden del pueblo, que no quiere más Farc y que ha marchado tropocientas veces para rechazar al grupo terrorista.

Además, recordó el fracaso del proceso del Caguán señalando que “diez años después, volvemos ahora a una mesa de negociación, reconocidos como iguales, como combatientes militares, reconocidos políticamente y protegidos por los que tanto nos han perseguido”.

“Pese a las manifestaciones oficiales de paz, los alzados llegamos asediados, no solo por el embate militar, sino por el peligro de los que quieren que renunciemos a nuestros justos reclamos a cambio de una vulgar entrega”, señaló.

Sí, bueno, esa sigue siendo la cagada del Gobierno. ¿Cómo se puede reconocer como iguales a un sanguinario grupo terrorista con un gobierno elegido democráticamente?

Por cierto, la renuncia a sus estúpidos reclamos (unas gallinas de Tirofijo, lo que realmente es la excusa perfecta para seguir traficando drogas) y la entrega (vulgar, porque así son las Farc) es lo que pide el pueblo, el clamor democrático. Si lo va a negar, bien podría ahorrarse todas esas palabras bonitas de la llave de la paz y el bolsillo del pueblo.

“La consecución de una paz democrática y justa merece afrontar los más difíciles retos. Por encima de ellos, somos optimistas”, recalcó Timoleón Jiménez.

Cómo no ser optimistas si la Fiscalía General de la Nación suspendió las órdenes de captura, se les da tiempo para que se oxigenen y recuperen fuerzas y además se les vuelve a hacer un lavado de cara a nivel internacional, después de lo complicado que fue conseguir que fueran listados como terroristas.

Después vino la alocución presidencial:



Como si la palabra de las Farc valiera algo, afirma que se firmó un marco con el grupo terrorista, para "terminar con la violencia".

Eso sí, dejó claro que este no es otro Caguán porque no cederá un centímetro del territorio nacional.

Parece que hay que explicarle que el Caguán no fracasó por la entrega cobarde y pusilánime de una porción del territorio nacional que hizo Pastrana. Allí fue donde fracasó, pero igual habría fracasado allí, en Cafarnaún, en Noruega o en Cuba.

Habla de un proceso serio y digno, cuando no puede haber algo menos serio que esto se haya descubierto porque la oposición (uribistas e izquierdistas) lo reveló. Y algo no puede ser digno cuando se pauta con sembradores de minas antipersona.

Probablemente lo más cínico es que habla de ser realista, cuando la realidad es que las Farc no cumplen su palabra y no son de fiar.

Dice Santos que es un camino "muy difícil". No; no lo es. O se rinden o los exterminan, tal como es la obligación constitucional de un Gobierno. ¿Qué tan difícil puede ser entender eso?

Dice my President, que es un camino que debemos explorar. Ehh, memo: ¡ya lo hicimos... y nos fue mal!

Luego pasa a apelar a nuestras emociones (es que los procesos de paz están cargados de falacias) y preguntar cuántos colombianos no han sido víctimas de la violencia. La respuesta es que muchos y que precisamente en su honor se debe juzgar y condenar a los victimarios en vez de amistarse con ellos y perpetuar la impunidad.

Santos luego dice que esto no será un estrepitoso fracaso porque Colombia y el mundo han cambiado y porque es un acuerdo para terminar el conflicto, lo que demuestra que Santos y todos los que lo siguen no consiguen entender la naturaleza del conflicto: la prohibición de las drogas.

Lo más chistoso es que habla de no repetir los errores del pasado como si se pudieran repetir los del futuro o como si negociar con terroristas no fuera el mismo error del pasado.

Es más, en el pasado, el error no fue despejar el Caguán en sí; el error fue advertirles de la retoma y darles 24 horas para escapar, en vez de bombardearlos.

Idiotas útiles para la ocasión:



No. La obligación constitucional es defender a los ciudadanos de los criminales.



En mi familia nunca nadie secuestró al otro, ni le mutiló extremidades vía minas antipersona. Es muy deshonesto intelectualmente hablando comparar la comisión de delitos con simples 'discrepancias' de opinión. Es ofensivo para con las víctimas de las Farc.



También es muy cómodo defender la impunidad desde el sofá de sus casas. Falacia ad hominem, por demás.



Se jode - ¿qué clase de paz es esa en la que no puede haber voces críticas? Pues vaya mal ejemplar de periodista, atentando contra la libertad de expresión.



Sí bueno, cuando la paz atenta contra el debido proceso y la justicia, yo me opongo. Es que resulta que para mí, el fin no justifica los medios, como tampoco me parece gracioso que a todos nos etiqueten de uribistas simplemente porque nos oponemos a que se negocie con terroristas.

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