El falso estudio de Séralini acerca de que el maíz transgénico de Monsanto producía cáncer ha sido desprobado.
Sin embargo, hay otra valiosa lección que podemos sacar de toda la deshonestidad de esta investigación, tal como lo cuentan David Roush y David Tribe de la Universidad de Melbourne en su artículo Modificar el mensaje: los trucos que enmascaran las verdades acerca de la ciencia antitransgénica:
Este artículo, que suscribo en su totalidad, también debería servir para despejar cualquier duda que alguien pueda tener acerca de mis posturas frente a los medios de comunicación. Sólo porque los medios no manipulan a las personas, ni les dicen cómo pensar, no significa que sean unas mansas palomitas.
Sin embargo, hay otra valiosa lección que podemos sacar de toda la deshonestidad de esta investigación, tal como lo cuentan David Roush y David Tribe de la Universidad de Melbourne en su artículo Modificar el mensaje: los trucos que enmascaran las verdades acerca de la ciencia antitransgénica:
La ciencia bien establecida es muy fiable y nos sirve bien. La medicina moderna, la industria de las aerolíneas, y el Internet todos muestran lo que la ciencia puede lograr en términos de vidas más saludables, más interesantes y más ricas para la gente del común.
Pero la ciencia es también un campo de batalla con áreas que están amargamente disputadas por intereses especiales. E incluso las publicaciones científicas profesionales pueden utilizarse para engañar al público y los medios. El subterfugio no se limita ni a las industrias nefastas, ni a investigadores cínicos en sus salarios, como lo ilustra esta historia.
La semana pasada, el público australiano fue expuesto a una campaña antitransgénica mediática que estableció un nuevo bajo para la manipulación de mediática, completado con imágenes gráficas. Un artículo publicado en la revista Food and Chemical Toxicology sugirió que las ratas alimentadas con una dieta que contenía maíz modificado genéticamente tolerante Roundup al morían con más frecuencia y más temprano, a lo largo del estudio de dos años, que los grupos de control.
Incluso si odias los cultivos genéticamente modificados, deberías alarmarte por la facilidad con la que algunos de los medios de comunicación australianos se dejaron llevar por una sucia campaña de relaciones públicas que fue diseñada para mostrar sólo una cara de la historia y retrasar las respuestas de los críticos. Y deberías preocuparte por las implicaciones más amplias en cuanto al abuso de los medios de comunicación y la confianza pública por la tecnojerigonza que suena como si fuera científica.
Tras bastidores
Todo comenzó con un representante del lobby antitransgénico arengando un nuevo estudio realizado por el Comité de Investigación e Información Independiente sobre Ingeniería Genética (CRIIGEN) en Francia. El estudio pretende demostrar que el maíz transgénico y el herbicida Roundup provocan tumores en las ratas. Se afirma, entre otras cosas, que han probado el Roundup en niveles bajos similares a los que se encuentran comúnmente en el agua potable.
Aparte de la dudosa ciencia detrás de estas afirmaciones, no se informó ampliamente el hecho de que grupos de activistas tuvieron acceso al artículo, basado en el estudio, durante algún tiempo antes de que los científicos lo hicieran (el tiempo suficiente para preparar resúmenes de cinco páginas e informes de prensa).
También se omitieron las inusuales cláusulas de no divulgación impuestas a los periodistas que tuvieron acceso a copias avanzadas del estudio, corrompiendo el embargo previo a la publicación en la prensa. Los autores sólo permitieron que un selecto grupo de periodistas tuviera acceso al documento antes de su publicación, y estipularon que firmaran acuerdos de confidencialidad que les impedían consultar a otros expertos acerca de la investigación antes de informar sobre la historia.
El efecto de estas cláusulas restrictivas fue un amplio reportaje de este cuestionable estudio antitransgénico sin la visión de balance del comentario informado de científicos independientes. Una vez otros científicos efectivamente tuvieron la oportunidad de examinar el documento, las críticas fueron rápidas y furiosas.
Quejas de daños de la modificación genética han sido realizadas por CRIIGEN en el pasado. Y han sido rechazadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) por análisis estadísticos poco fiables.
Ya hay una petición muy inusual a CRIIGEN de científicos de todo el mundo pidiendo acceso a los datos originales para el análisis independiente. Incluso las organizaciones de carácter general a largo críticas de los alimentos genéticamente modificados, como la Unión de Científicos Preocupados, han dejado sola esta historia.
Lo que es más, resultados tan sorprendentes como los alegados por CRIIGEN, normalmente se publican en una revista de alta calidad, tales como Nature, pero no lo fueron. Lamentablemente, incluso las devastadoras réplicas técnicas del estudio no llegarán con tiempo suficiente o se les dará la cobertura suficiente (es noticia vieja ahora) para compensar las erróneas percepciones públicas del maíz transgénico.
Cobertura mediática
Pero el problema más grande gira alrededor de la práctica periodística. Los medios de comunicación en Estados Unidos y Europa oleron una rata muerta en las exigencias para firmar acuerdos de confidencialidad y de no divulgación.
Forbes tituló "El maíz transgénico de Monsanto y el cáncer en ratas: Los científicos verdaderos profundamente poco impresionados. ¿Tal vez es política y no ciencia?", y señaló, que ellos "también podrían estar mirando a la gente que promueve el artículo, The Sustainable Food Trust. Hasta cierto punto razonable de exactitud, este parece ser el ala militante de la Soil Association. Para aquellos de ustedes que no conocen a sus hippies británicos, se trata fundamentalmente de los sindicatos británicos para los agricultores orgánicos".
Un blog de MIT señaló que se trataba de "una manera rancia, corrupta de reportar sobre ciencia". Señaló que el estudio "no parece haber dicho mucho sobre si los OGM son seguros. Pero seguro que dice mucho acerca de cómo los científicos que hicieron el trabajo usaron un embargo astuto para controlar su mensaje".
En Australia hubo poca mención del mal diseño experimental del proyecto, y la opinión de los medios de comunicación repitió la línea de los publicistas de la historia. Esto plantea la pregunta hecha por un blog que cubrió esta historia (especialmente pertinente cuando el periodismo científico está siendo realmente comparado de nuevo) acerca de si los periodistas son simplemente taquígrafos.
Porque la comunidad científica no tuvo acceso temprano al artículo, la mayoría de los medios de comunicación australianos lo publicaron sin la salvaguardia de costumbre de buscar por lo menos un poco de comentario de un experto con un punto de vista opuesto. Ejemplos de esta cobertura incluyen a Jon Faine de ABC Radio (a pesar de ciertas reticencias), ABC 24, y ABC News.
Lecciones para periodistas
Si una nueva táctica promocional funciona para una organización, las demás puede esperar la sigan. Este abuso tiene que ser cortado de raíz, y quienes están detrás de la historia, tienen que dar la espalda para evitar más manipulación de los medios.
Si los medios de comunicación australianos van a evitar ser utilizados como portavoces de opiniones políticas disfrazadas de ciencia, tienen que hacer más tareas. Donde hay oportunidades evidentes para las distorsiones de afirmaciones controversiales, los medios de comunicación necesitan asegurarse de que son revisadas con el debido cuidado. Los medios de comunicación no deben dejarse engañar por alguien manipulándolos con plazos urgentes, ni por la oportunidad de ser el primero que aparece con la historia.
A pesar de que pueden ser pensadores críticos, incluso los periodistas más destacados no pueden ser expertos en todo, y deberían traer verdaderos expertos al espectáculo, para proporcionar equilibrio. Los periodistas rara vez estarán involucrados en la ciencia con el suficiente detalle para proteger la exactitud de los hechos, y hay recursos a los que pueden acceder para obtener ayuda. Una buena regla general para el periodismo científico es, sin duda esto - si una historia parece demasiado sensacional para ser verdad, probablemente no lo es.
Este artículo, que suscribo en su totalidad, también debería servir para despejar cualquier duda que alguien pueda tener acerca de mis posturas frente a los medios de comunicación. Sólo porque los medios no manipulan a las personas, ni les dicen cómo pensar, no significa que sean unas mansas palomitas.
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