Aura Lucía Mera es una de esas columnistas de El Espectador que no aporta nada a la opinión pública, o al menos nada más de lo que se podría en una charla de cafetería. Sus columnas no podrían retar intelectualmente ni a alguien con un cerebro del tamaño de un cacahuete, ni aunque lo intentara.
Primero fue su desprecio por la preparación científica para llevar a cabo importantes labores forenses de la rama judicial, luego fue su legitimación de la tortura y de penas inhumanas como condenas aceptables.
Y ahora nos tuvimos que chupar una columna sexista que nada tiene que envidiarle a Fox News:
Su ataque a los hombres -a todos nosotros- fue lo más suave. Obtuso, irreal, poco imaginativo, discriminador, hembrista, pero suave. Al menos suave en comparación con el ataque que le hizo al resto de mujeres que no son ella (y es curioso, porque su columna se llama, precisamente "¿Mujeres enemigas de las mujeres?"):
Ohh, entonces las mujeres son "generalmente manipuladas por hombres". Flaco favor les hace la señora Mera al despojarlas de toda agencia y volverlas una estúpidas que harán todo lo que los hombres las manipulen para hacer.
Y su desprecio por las interacciones entre hombres y mujeres no deja de sorprender: le asquea que ellas "se muestren para poder mirarlas y, si se puede, manosearlas", como si una mujer tuviera que sentir vergüenza, o miedo, o pena por tener un cuerpo, como si los deseos sexuales fueran condenables y como si las mujeres no fueran libres para disfrutar del sexo y de sus cuerpos como se les dé la regalada gana, en vez de ajustarse a los estándares morales de Aura Lucía Mera o, lo que es lo mismo, a los de la Inquisición.
Creo que es imposible determinar cuántas cosas están mal con lo que escribe esta señora. No sólo no es feminista, tampoco es inteligente: ¿cómo se le ocurre que sentir satisfacción con el sadomasoquismo es lo mismo que legitimar la violencia y el maltrato a las mujeres? ¡Es como decir que uno es magufo porque le gusta Resident Evil, o que uno cree en dios porque siente admiración por la belleza del techo de la Capilla Sixtina!
Ahora bien, ¿a qué se refiere Mera con "las mujeres de cierto nivel"? ¿Es nivel socioeconómico? ¿Es nivel educativo (lo cual sería el colmo de la arrogancia que esta señora se ubicara allí)?
Casi no consigo creer que alguien en sus cinco sentidos realmente sea capaz de afirmar que el hecho de que un sector laboral que antes era dominado exclusivamente por hombres, y que ahora acepta mujeres, es un atraso en vez de una avance en materia de igualdad.
Por cierto, ante el evidente tono de discriminación de la columna, no puedo evitar preguntarme dónde están Felipe Zuleta Lleras, Alba Luz Pinilla y los demás autoproclamados policías del pensamiento del país para promover la persecución de Aura Lucía Mera por tener un pensamiento cavernario.
Eso último es mi error. Se me olvidaba que ese es el pensamiento políticamente correcto, socialmente avalado y jurídicamente imperseguible de Colombia.
Primero fue su desprecio por la preparación científica para llevar a cabo importantes labores forenses de la rama judicial, luego fue su legitimación de la tortura y de penas inhumanas como condenas aceptables.
Y ahora nos tuvimos que chupar una columna sexista que nada tiene que envidiarle a Fox News:
Los hombres, por machistas, maltratadores y guaches que sean, no caen jamás en cuenta de si estás estrenando, si tienes unos tacones puntilla con los que arriesgas la vida o si has cambiado de perfume. Existen los que “se lo piden a todas”, los que llevan una doble vida, los que golpean borrachos, los que gritan, los inseguros, pero casi todos tienen un común denominador: en el fondo son simplotes, frágiles ante las enfermedades y fáciles de mantener en niveles básicos de satisfacción.
Su ataque a los hombres -a todos nosotros- fue lo más suave. Obtuso, irreal, poco imaginativo, discriminador, hembrista, pero suave. Al menos suave en comparación con el ataque que le hizo al resto de mujeres que no son ella (y es curioso, porque su columna se llama, precisamente "¿Mujeres enemigas de las mujeres?"):
Las mujeres siguen encarnando “ese oscuro objeto del deseo”. Generalmente manipuladas por hombres, muchos de ellos homosexuales, para que se conviertan en anoréxicas o muestren la silicona al lado de un carro último modelo, o bailen de alegría ante un tarro de jabón. Casi todos los yines ombligueros que rebozan las “llantas” abdominales, los zapatos de plataformas monstruosas, son diseñados por hombres. Sin malicia, ni dobles mensajes, quieren que las hembras se muestren para poder mirarlas y, si se puede, manosearlas. Entre más forradas se paseen por la calle, más contentos se ponen.
Ohh, entonces las mujeres son "generalmente manipuladas por hombres". Flaco favor les hace la señora Mera al despojarlas de toda agencia y volverlas una estúpidas que harán todo lo que los hombres las manipulen para hacer.
Y su desprecio por las interacciones entre hombres y mujeres no deja de sorprender: le asquea que ellas "se muestren para poder mirarlas y, si se puede, manosearlas", como si una mujer tuviera que sentir vergüenza, o miedo, o pena por tener un cuerpo, como si los deseos sexuales fueran condenables y como si las mujeres no fueran libres para disfrutar del sexo y de sus cuerpos como se les dé la regalada gana, en vez de ajustarse a los estándares morales de Aura Lucía Mera o, lo que es lo mismo, a los de la Inquisición.
Lo que suena un poco extraño es que también muchas mujeres se dediquen a lo mismo. Mujeres de altos niveles que dirigen revistas, agencias, publicidad. Para no ir más lejos, basta mirar la revista Donjuán sobre el sadomasoquismo, en que se exhiben fotos de la mujer en éxtasis y multiorgasmos al ser golpeada por su amo, su macho, su poseedor. Mujeres de alto nivel socioeconómico y cultural, que podrían estar en otros menesteres, como la directora de Donjuán, que se dedica a fabricar una revista “para esos machos” para que se masturben en los baños o donde sea.
Mientras la violencia y el maltrato, los asesinatos y las violaciones, la trata de mujeres, crecen en Colombia como hierba silvestre y reina total impunidad, otras, que deberían estar “del otro lado de la moneda”, se prestan para ayudar a que la epidemia se expanda como la gran metástasis del sometimiento femenino, ensalzándolo de forma provocativa y aberrante. En la próxima edición, ya picó el anzuelo Carolina Cruz, muy bonita, muy meritoria, pero que ya estamos hasta la coronilla de verla en los zapatos, en los collares y ahora en cueros.
No soy feminista ni pertenezco a ninguna comunidad fundamentalista. Pero rechazo que las mujeres de cierto nivel aceptemos lanzar a los leones a otras mujeres. Antes estas publicaciones eran de dominio masculino. Serán cosas de la globalización. ¿Será que una Ángela Merkel terminara dirigiendo una Playboy en alemán?
Creo que es imposible determinar cuántas cosas están mal con lo que escribe esta señora. No sólo no es feminista, tampoco es inteligente: ¿cómo se le ocurre que sentir satisfacción con el sadomasoquismo es lo mismo que legitimar la violencia y el maltrato a las mujeres? ¡Es como decir que uno es magufo porque le gusta Resident Evil, o que uno cree en dios porque siente admiración por la belleza del techo de la Capilla Sixtina!
Ahora bien, ¿a qué se refiere Mera con "las mujeres de cierto nivel"? ¿Es nivel socioeconómico? ¿Es nivel educativo (lo cual sería el colmo de la arrogancia que esta señora se ubicara allí)?
Casi no consigo creer que alguien en sus cinco sentidos realmente sea capaz de afirmar que el hecho de que un sector laboral que antes era dominado exclusivamente por hombres, y que ahora acepta mujeres, es un atraso en vez de una avance en materia de igualdad.
Por cierto, ante el evidente tono de discriminación de la columna, no puedo evitar preguntarme dónde están Felipe Zuleta Lleras, Alba Luz Pinilla y los demás autoproclamados policías del pensamiento del país para promover la persecución de Aura Lucía Mera por tener un pensamiento cavernario.
Eso último es mi error. Se me olvidaba que ese es el pensamiento políticamente correcto, socialmente avalado y jurídicamente imperseguible de Colombia.
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