Hubo un tiempo en el que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia eran intelectuales, personas versadas en muchos temas y con un hambre de conocimiento que enriquecía no sólo sus vidas y las de sus allegados sino también sus sentencias. Por supuesto, la actual Corte Suprema de Justicia palidece ante esa imagen, pues ahora tenemos abogados cuadriculados que fallan en ignorancia.
Mi nostalgia por magistrados mejor preparados fue desencadenada por una sentencia en la que ordenan desmontar una antena porque 'podría' causar cáncer: