El proyecto de deforma a la justicia ha sacado a relucir lo más cínico de lo cínico que existe: la clase política colombiana. El presidente de la cámara baja del parlamento, Simón Gaviria, admitió que no lee los proyectos que pasan por su escritorio. Lo propio acaba de hacer el presidente del Senado, el impresentable Juan Manuel Corzo Román.
Y ahora, previendo que esto vaya a ser echarle más gasolina al fuego, los congresistas han salido con la brillante idea de reformar, ellos mismos, su propio reglamento de conciliación:
Aquí tengo una idea: ¿los mataría mucho, si en vez de tan sólo trabajar 25 días al semestre, trabajaran, ohh, no sé, tal vez la totalidad de los seis meses? ¿Mucho pedir? Bueno, no lo bajo de cuatro.
Esto es simplemente un pajazo mental, pensar con el deseo. A ver, los tipos se lanzaron a sabiendas del poco tiempo que se supone que tienen y al quedar elegidos, quedaron implícitamente comprometidos a leer los proyectos contra viento y marea. No los leyeron, nadie hace nada, ellos -por supuesto- no renuncian (si no conocen el significado de la vergüenza, mucho menos el de la decencia) ¿y alguien cree que no podrán excusarse una próxima vez? ¿En serio?
¡Por favor! El día de mañana será cualquier excusa idiota, con la que, en vez de hacerlos que paguen, todo el mundo aplaudirá porque ellos mismos van a reformar su propio reglamento -por n-ésima vez- (!). ¿Saben cómo hacer para que estos perezosos, mamones de dinero público, no puedan excusarse? ¡Expulsarlos!
Tan fácil como eso. Exigir su renuncia, entrar en paro masivo hasta que renuncien y prometer seguir haciéndolo si siguen sin leer los proyectos de ley. Será entonces cuando estos zánganos, recostados, aprenderán a leer 200 páginas en menos de 12 horas. Antes no.
Y por si no hemos tenido suficiente para que se nos caiga la quijada, aquí viene el toque de gracia:
What the fuck? ¿Acaso eso no hacía parte de lo más obvio de una conciliación? Es que no sé. Yo, en mi inmensa ingenuidad, creo que esos serían los más lógicos artículos primero y segundo de todo el reglamento de conciliación de un parlamento. ¿Qué dice el reglamento hoy en día?
Definitivamente, este Congreso es la muestra más clara y ejemplar de que estamos y vivimos en Colombia, Banana Republic.
Y ahora, previendo que esto vaya a ser echarle más gasolina al fuego, los congresistas han salido con la brillante idea de reformar, ellos mismos, su propio reglamento de conciliación:
En aras de dar más tiempo a los legisladores para leer las conciliaciones se pretende implementar un sustancial cambio al reglamento del Congreso. Se quiere que los informes sean presentados al menos dos semanas antes de ser votadas y no apenas con 24 horas de antelación como sucede actualmente.
Aquí tengo una idea: ¿los mataría mucho, si en vez de tan sólo trabajar 25 días al semestre, trabajaran, ohh, no sé, tal vez la totalidad de los seis meses? ¿Mucho pedir? Bueno, no lo bajo de cuatro.
Así los congresistas no podrán excusarse en que no pudieron leer que estaban votando a última hora.
Esto es simplemente un pajazo mental, pensar con el deseo. A ver, los tipos se lanzaron a sabiendas del poco tiempo que se supone que tienen y al quedar elegidos, quedaron implícitamente comprometidos a leer los proyectos contra viento y marea. No los leyeron, nadie hace nada, ellos -por supuesto- no renuncian (si no conocen el significado de la vergüenza, mucho menos el de la decencia) ¿y alguien cree que no podrán excusarse una próxima vez? ¿En serio?
¡Por favor! El día de mañana será cualquier excusa idiota, con la que, en vez de hacerlos que paguen, todo el mundo aplaudirá porque ellos mismos van a reformar su propio reglamento -por n-ésima vez- (!). ¿Saben cómo hacer para que estos perezosos, mamones de dinero público, no puedan excusarse? ¡Expulsarlos!
Tan fácil como eso. Exigir su renuncia, entrar en paro masivo hasta que renuncien y prometer seguir haciéndolo si siguen sin leer los proyectos de ley. Será entonces cuando estos zánganos, recostados, aprenderán a leer 200 páginas en menos de 12 horas. Antes no.
Y por si no hemos tenido suficiente para que se nos caiga la quijada, aquí viene el toque de gracia:
“Vamos a cerrar la puerta a la elaboración de artículos nuevos, es decir, los que concilien los textos, que es un procedimiento necesario e inevitable, solo podrán hacerlo escogiendo entre un texto y el otro y no fabricando artículos nuevos que no hayan sido conocidos en las plenarias o en las comisiones durante el trámite”, explicó el senador Roy Barreras, próximo presidente del Congreso.
La iniciativa propone igualmente que los legisladores que no son parte de la comisión en la cual se votó y tramitó el proyecto, no puedan participar de las conciliaciones que serán enviadas a las plenarias.
What the fuck? ¿Acaso eso no hacía parte de lo más obvio de una conciliación? Es que no sé. Yo, en mi inmensa ingenuidad, creo que esos serían los más lógicos artículos primero y segundo de todo el reglamento de conciliación de un parlamento. ¿Qué dice el reglamento hoy en día?
Definitivamente, este Congreso es la muestra más clara y ejemplar de que estamos y vivimos en Colombia, Banana Republic.
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