En Brasil saben que el cristianismo es tan aburrido, que los curas del país se vieron obligados a hacer las "cristotecas", fiestas para transmitir la palabra de dios. Sin embargo, la fiesta termina siendo tan aburrida como la misa normal, ya que cuentan con una policía de la moral:
El público, un centenar de jóvenes, que en su mayoría no superaban los 15 años, bailó hasta la medianoche en esta fiesta, en la que no se permiten el alcohol, las drogas o los escarceos sexuales.
Un pequeño grupo de colaboradores, debidamente uniformados con una camiseta azul, se mezcla con el público para advertir a los adolescentes si cruzan alguna línea moral intolerable dentro de un templo católico. "Algunas chicas se dejan llevar por la música y son demasiado sensuales", comentó una voluntaria de la iglesia empleada en esta tarea policial.
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