Hablando de los wayú y relativismo cultural, mi amigo Gabriel Andrade la saca del estadio:
No hay nada de racismo en todo esto. No estoy invocando una inferioridad biológica; sólo una inferioridad cultural. El hecho de que el aporte civilizacional de los wayúu sea considerablemente inferior al de la China, India u Occidente, no se debe a razones biológicas, sino más bien circunstancias históricas muy diversas. Brasil es futbolísticamente superior a Bangladesh, pero elaborar ese alegato no es racismo. Nadie ha postulado que el origen de la superioridad futbolística de Brasil es biológico.
El considerar que la cultura wayúu es inferior a la civilización occidental tampoco implica asumir que los individuos de origen wayúu deban ser objeto de discriminación civil. Ciertamente Europa ha hecho muchísimos más aportes civilizacionales que las tribus indígenas, pero eso no implica que, en función de la deuda histórica, una persona de origen europeo deba tener más derechos que una persona de origen wayúu. Precisamente un aporte de Occidente es la idea de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
Ahora bien, alguna gente cree que, para combatir la discriminación civil, es necesario respetar la cultura de los ciudadanos. Así, por ejemplo, mucha gente invoca que un derecho de los pueblos indígenas debe ser el respeto a sus tradiciones antiguas. Yo no puedo estar de acuerdo con esto. Los wayúu tienen tradiciones que, francamente, deben intentar abandonarse. Favorezco el respeto a los derechos civiles de los wayúu, pero no puedo favorecer el respeto a sus códigos jurídicos (los cuales prescinden del concepto de responsabilidad personalísima y funcionan sobre la base de la venganza privada, e incluso, interpretan como agresión las apariciones en sueños).
Ciertamente simpatizo con la idea libertaria de que, si los wayúu desean practicar una forma de secesión y tener sus fueros jurídicos, el Estado debe acceder a ello. Pero, si los wayúu hacen uso de ese fuero, no pueden esperar que el Estado los asista en otros servicios básicos. Para ser beneficiario de las funciones del Estado, es necesario obedecer sus leyes. Lamentablemente, muchos defensores de los wayúu pretenden que este pueblo esté al margen del Estado en el cumplimiento de las leyes, pero que no sean marginados en la asignación de beneficios por parte del Estado. En función de eso, yo he opinado frecuentemente que, en una futura constituyente, es necesario derogar lo artículos constitucionales que ofrecen derechos especiales a los pueblos indígenas.
Tampoco puedo admitir que, en las cátedras medicinas, se incorporen los supuestos “saberes ancestrales” de los wayúu. Buena parte de la medicina wayúu es incompatible con la ciencia. Los wayúu atribuyen muchas enfermedades a la acción de espíritus, una premisa que, sencillamente, no puede ser aceptada por la medicina científica, cuya base metafísica ha de ser materialista. Me parece maravilloso que las facultades de medicina acepten estudiantes wayúu y los gradúen como médicos de formación científica, pero me parece una aberración pretender incorporar creencias irracionales al currículum, bajo la excusa de que se está protegiendo la identidad cultural de este pueblo.
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