En una alarmista nota sobre la muerte de las abejas, el periodista de Semana metió una cuña antitransgénica ya desechada:
La otra hipótesis, que se basa en estudios publicados el año pasado en la prestigiosa revista Science, sugiere que al ingerir el polen de las flores que producen las plantas transgénicas las abejas consumen la proteína Bt, una sustancia que con el tiempo las lleva a desarrollar lo que se ha llamado el Síndrome de Deficiencia Cognocitiva de Camino, que hace que pierdan la orientación y terminen muriendo por no ser capaces de regresar a sus colmenas.
De hecho, esta hipótesis, estuvo de moda hace seis años, no uno, y se abandonó porque después de hacer estudios, no hay evidencia que la apoye. No hay estudios en Science que apoyen esto.
La hipótesis de los neonicotinoides, por el contrario, sí ha sido publicada en Science, aunque parece ser que esta es una formulación más ideológica que científica.
No felices con ese embarrada del tamaño de una supernova, nos encontramos con la columna virtual de una tal Marta Ruiz, quien supura un odio enfermizo contra el glifosato:
Desde que la infame práctica de las fumigaciones comenzó en Colombia decenas de miles de campesinos se opusieron a ellas. No han valido las marchas reprimidas a plomo, ni el cabildeo, ni los debates políticos, ni las evidencias científicas.
¿Qué evidencias científicas, señora Ruiz? Todo lo que sabemos del glifosato es que es inocuo. Las evidencias científicas no sirven para oponerse a la fumigación con glifosato.
Como escribió hace poco Tatiana Acevedo en El Espectador, hay pruebas de abortos y malformaciones causadas por las fumigaciones.
La señora Acevedo es otra de esas personas a las que uno se pregunta cómo carajos le dieron una columna. La columna de Acevedo es toda una oda de cómo convertir una correlación casual en una relación causa-efecto. Cualquier periodista que se respete evitaría utilizar ese esperpento escrito por Acevedo como evidencia de algo, mucho menos para apoyar una tesis.
Lo que es peor, es que Ruiz ha armado un gigantesco hombre de paja con su columna. Ella iguala glifosato con Monsanto, lo que es una necedad absurda, en vista de que la patente de Monsanto sobre el herbicida expiró en el año 2000.
¿Será mucho pedir periodistas (o por lo menos periodistas científicos) que se limiten a lo que dice la evidencia, sin ir metiendo sus infundadas ideologías políticas en el camino?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.