En su campaña mediática contra Monsanto, la industria 'orgánica' y naturista ha conseguido esparcir miedo contra uno de los sectores de esa compañía, la biotecnología y uno de los principales caballitos de batalla es el desprecio contra el malo, malévolo glifosato.
¿Qué es el glifosato? ¿Es tan malo como lo pintan, o es peor de perverso? Averigüémoslo.
El glifosato es un herbicida desarrollado por Monsanto en la década del 70, cuya patente tuvo hasta el año 2000.
El glifosato de Monsanto se llama Roundup y los cultivos transgénicos resistentes al glifosato llevan el nombre de Roundup Ready.
La Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) considera que existen cuatro niveles de toxicidad (del I al IV, donde I es altamente tóxico). En el examen que hicieron del glifosato [PDF], su toxicidad es de un nivel III, lo que indica una baja toxicidad.
La evaluación de riesgo del peor caso de la EPA de los muchos usos alimenticios registrados de glifosato llega a la conclusión de que la exposición alimentaria humana y los riesgos son mínimos. Las tolerancias existentes y propuestas han sido revisadas, y no se necesitan cambios importantes para proteger al público.
Por supuesto, el glifosato no es inocuo, pero ciertamente no es el peor herbicida ni el más tóxico (¡ni siquiera es carcinógeno!). Lo que no significa que no haya que tener cuidado. Entre las exigencias de la EPA, se encuentran las exigencias hechas a cualquier otro herbicida: etiquetar los productos para evitar su ingesta oral, uso obligatorio de ropa protectora al entrar a campos con glifosato e instrucciones de no volver a entrar a un campo durante las cuatro horas siguientes al rocío.
Una ventaja del glifosato es que su corta vida media impide que se acumule en el medio ambiente, al margen que inhibe una enzima que no existe en animales. El glifosato generalmente es menos persistente en el agua que en el suelo, con 12 a 60 días de persistencia observada en el agua de un estanque canadiense; y resulta entre "prácticamente no tóxico a ligeramente tóxico" para los peces y los anfibios.
Cuando toca el suelo, el glifosato se disuelve rápidamente y queda inactivo. Esta absorción varía según el tipo de suelo y el glifosato que no se deshace, es degradado por las bacterias.
Al comparar el glifosato con la atrazina (un pesticida más antiguo), resulta que el Roundup es 230 veces menos tóxico que la atrazina.
A pesar de la evidencia, la industria de lo natural ya ha empezado a encargar sus propios estudios con sus conclusiones preestablecidas, como el de Paganelli et al. que advierte sobre los riesgos del glifosato para los embriones, ya que el herbicida inhibiría el desarrollo fetal.
JM Mulet explica la trampa que esconde este artículo:
Si inyectas glifosato en un embrión se producen severas malformaciones, de acuerdo, pero conviene tener en cuenta que el embrión es un sistema muy delicado y cualquier sustancia extraña que inyectes va a tener efectos perjudiciales. Inyectar agua en el embrión produce un choque hipotónico que puede resultar fatal y a pesar de eso yo sigo bebiendo agua todos los días....
De hecho, ninguna autoridad con competencia sobre fitosanitarios tuvo en cuenta este estudio para cambiar las normas sobre uso de glifosato ¿por qué? Las condiciones experimentales no tienen nada que ver con el uso en campo o una posible exposición accidental (nadie en su sano juicio se inyecta glifosato).
El Roundup estuvo otra vez en el ojo del huracán cuando en el 2012 el señor Gilles-Eric Séralini publicó un estudio falso indicando que el maíz Roundup Ready causaba tumores, agitando el pánico anticientífico y quimiofóbico en el mundo.
Por este motivo, la Agencia Normativa Alimentaria de Australia y Nueva Zelanda (FSANZ) se vio en la obligación de evaluar la toxicidad del Roundup como la seguridad de los transgénicos. Ellos, llegaron a la conclusión de que:
La toxicidad alegada del Roundup es implausible y no se alinea con datos extensos de estudios a largo plazo bien diseñados y realizados que utilizaron el ingrediente activo del Roundup, el glifosato, en múltiples especies (es decir, ratones, ratas, conejos y perros) en dosis más altas donde no se observaron efectos.
En otras ocasiones, los enemigos del progreso desisten de sus propios estudios, y tergiversan estudios serios, como el de Peluso et al. para achacarle al glifosato daños a otros animales mamíferos. Sin embargo, lo que el estudio de Peluso concluyó fue que el daño "no estaba relacionado con el ingrediente activo, sino con otro componente de la mezcla de herbicida".
Y ya, esos son todos los oscuros secretos que esconde el misterioso mundo del glifosato.
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