miércoles, 16 de mayo de 2018

Mejores servicios sociales y calidad de vida reducen necesidad de religión



Desde hace algunos años la religión viene en declive en todo el mundo —en algunos lugares más rápido que en otros—. Los motivos seguramente son muchos y diversos, y ahora tenemos otra pieza del rompecabezas: el modelo de intercambio de religión.

La hipótesis de este modelo es que si una entidad secular como el Estado provee lo que los ciudadanos necesitan —como salud y educación—, será menos probable que estos recurran a amigos imaginarios. Y la hipótesis acaba de ser demostrada:

Al controlar la calidad de vida y la desigualdad de ingresos (Gini), encontramos que los mejores servicios gubernamentales estaban relacionados con una menor religiosidad entre los países (Estudio 1) y los estados de los Estados Unidos (Estudio 2). El estudio 2 también mostró que durante 2008-2013, mejores servicios gubernamentales en un año específico predijeron una menor religiosidad 1 o 2 años después. En ambos estudios, una combinación de mejores servicios gubernamentales y calidad de vida se relacionó con un nivel particularmente bajo de religiosidad. Entre países, los servicios gubernamentales moderaron la relación entre la religiosidad y dos medidas de bienestar, de manera que la religiosidad se relacionaba con un mayor bienestar sólo cuando los servicios gubernamentales eran bajos.

Esto tampoco es nada nuevo — las investigaciones de R. Georges Delamontagne y de Pippa Norris y Ronald Inglehart ya señalaban que países con altos grados de salud social, donde la mayoría de las personas viven vidas relativamente seguras, tienen fácil acceso a alimentos, vivienda, salud, educación y viven vidas pacíficas, y sin amenazas, tendemos a encontrar las tasas más altas de laicismo, ateísmo, e indiferencia religiosa.

Algunos ateos suelen señalar que los países más desarrollados son menos religiosos, como sugiriendo una relación causal entre deshacerse de la religión y tener mejores sociedades, aunque parece que una parte de la relación es a la inversa: a mayor bienestar social, menos necesidad de religión.

Después de todo, va a ser que Winston Churchill tenía algo de razón en esto: en ocasiones, la religión es más una muleta emocional para las personas; y a menores angustias existenciales, menor necesidad de recurrir a esa muleta emocional que lo envenena todo.

(vía Friendly Atheist)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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