jueves, 25 de octubre de 2018

Diferencias de género por ocupación se amplían a mayor igualdad y oportunidades



La disparidad ocupacional —o sea que haya oficios ejercidos mayoritariamente por hombres y otros mayoritariamente por mujeres— y la brecha salarial —o sea que, de media, un sexo gane más que el otro— han sido motivo de acalorados debates, y no han faltado las sugerencias de que son producto de un sexismo inherente a la sociedad. También se han usado para decir que la ciencia es machista.

Sin embargo, las cifras no han sido amables con esta hipótesis, pues, en lo que se ha venido a conocer como la paradoja de la igualdad, resulta que la disparidad ocupacional se acentúa en países con más igualdad y oportunidades, mientras que se reduce en los países que privilegian cultural y jurídicamente a los hombres.

Una hipótesis alternativa, más en sintonía con la evidencia, es que con más igualdad y oportunidades, las personas pueden dedicarse a lo que les gusta y enfocar su trayectoria profesional en campos relacionados con sus intereses, y no necesariamente en carreras que les brinden mejores oportunidades de movilidad social y de satisfacer sus necesidades materiales. Esta hipótesis, por supuesto, resulta incómoda para quienes creen que todo son constructos sociales y rechazan la existencia de diferencias biológicas entre hombres y mujeres.

En últimas, es un choque entre los que creen que la igualdad sólo existe cuando hay igualdad de resultados (que todos ganen lo mismo, y haya el mismo número de hombres y mujeres en todos los trabajos) y quienes entienden que hay equidad en la igualdad de oportunidades, así las personas tomen decisiones diferentes que terminen en resultados distintos para cada quién.

Para zanjar el asunto, Armin Falk y Johannes Hermle estudarion a 80.000 personas de 76 países que participaron en una Encuesta Global de Preferencias y compararon los datos con variables nacionales como el PIB y los índices de desigualdad de género. Observaron que cuanto más igualdad de oportunidades tienen las mujeres, más se diferencian de los hombres en sus preferencias. El estudio acaba de ser publicado en Science — acá una traducción libre del abstract:

Introducción


Comprender los factores determinantes de las diferencias de género en los ámbitos económico y social ha sido de interés, tanto en los debates académicos como en los públicos. Investigaciones anteriores han demostrado que las diferencias de género en las preferencias económicas fundamentales son importantes para explicar las diferencias de género en los resultados económicos, como por ejemplo en la elección ocupacional, la inversión financiera o las decisiones educativas, entre muchas otras. Sin embargo, sigue habiendo lagunas en la comprensión de las fuentes de las diferencias de género en las preferencias y su variación.

Motivo


Contrastamos y probamos dos hipótesis que hacen predicciones opuestas con respecto a la asociación entre países de las diferencias de género en las preferencias con el desarrollo económico y la igualdad de género. Por un lado, la atenuación de los roles sociales específicos de género que surge en los países más desarrollados y con mayor equidad de género puede aliviar las diferencias en las preferencias entre mujeres y hombres. En consecuencia, cabría esperar que las diferencias de género en las preferencias se asocien negativamente con mayores niveles de desarrollo económico e igualdad de género (hipótesis del papel social). Por otra parte, una mayor disponibilidad de recursos materiales y sociales elimina el objetivo neutro de la subsistencia, que crea el margen para las ambiciones y los deseos específicos de cada sexo. Además, un acceso más igualitario a esos recursos puede permitir que las mujeres y los hombres expresen sus preferencias independientemente unas de otras. En consecuencia, cabría esperar que las diferencias de género en las preferencias se asocien positivamente con mayores niveles de desarrollo económico e igualdad de género (hipótesis de los recursos).

Probamos estas predicciones enfrentadas utilizando datos sobre medidas validadas experimentalmente de voluntad de asumir riesgos, paciencia, altruismo, reciprocidad positiva y negativa, y confianza para 80.000 individuos en 76 muestras representativas de países. Para que los datos fueran geográficamente representativos, se eligió el conjunto de datos de manera que incluyera todos los continentes y una amplia gama de culturas y niveles de desarrollo económico. En total, los datos representan alrededor del 90% de la población mundial y del ingreso mundial.

Resultados


Los datos revelaron una variación sustancial entre países en cuanto a las diferencias de género en las preferencias. Se comprobó que las diferencias de género se asocian muy positivamente con el desarrollo económico y la igualdad de género. Estas relaciones se mantienen para cada preferencia por separado, así como para un índice resumido de diferencias en todas las preferencias conjuntamente. En términos cuantitativos, este índice resumido mostró correlaciones de 0,67 (p < 0,0001) con el PIB per cápita logarítmico y de 0,56 (p < 0,0001) con un Índice de Igualdad de Género (una medida conjunta de cuatro índices de igualdad de género), respectivamente. Para aislar los impactos separados del desarrollo económico y la igualdad de género, realizamos un análisis condicional, encontrando una asociación cuantitativamente grande y estadísticamente significativa entre las diferencias de género y el PIB logarítmico per cápita condicionado por el Índice de Igualdad de Género, y viceversa. Estos hallazgos se mantuvieron sólidos en varias pruebas de validación, tales como la contabilidad del comportamiento potencial de la respuesta a la encuesta específica de la cultura, el sesgo de agregación y las relaciones no lineales.

Conclusión


La evidencia reportada indica que los niveles más altos de desarrollo económico e igualdad de género favorecen la manifestación de diferencias de género en las preferencias en todos los países. Nuestros resultados ponen de relieve el papel fundamental de la disponibilidad de recursos materiales y sociales, así como el acceso en condiciones de igualdad de género a esos recursos, para facilitar la formación independiente y la expresión de preferencias específicas de género.

Es casi como si en un mundo verdaderamente igualitario, las personas tomaran decisiones más libremente. ¡Quién diría!

Por difundir este tipo de cosas a uno lo despiden de Google en estos días.

(vía Jonathan Haidt | imagen: Wikipedia)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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