En algunas ocasiones he tenido la infortunada experiencia de ser testigo de pésimos usos de las herramientas que Internet nos ofrece.
Por poner un ejemplo al azar: en alguna ocasión, durante la producción de un cortometraje, yo me iba a encargar de hacer la página de promoción de la cinta, sin embargo por diferencias de opinión con la directora, renuncié. Ella quería abrir un
blog para la promoción. Un
blog es una herramienta que implica estarlo alimentando constantemente, está en su naturaleza, y yo suponía -acertadamente- que una vez que termináramos la producción, nadie más volvería a alimentar el
blog.