miércoles, 13 de julio de 2011

Defensa del laicismo destruido por Alejandro Ordóñez

Para nadie es un secreto que Alejandro Ordóñez, alfil del fundamentalismo ultracatólico, en vez de hacer su trabajo y exigir el respeto de los derechos humanos, ha hecho todo lo contrario, promoviendo la retrógrada agenda católica no sólo en la vilipendiada institución a su cargo, sino también en otras instancias del Estado, lo que le ha ganado el remoquete de antiProcurador.

Ahora, un valiente funcionario de esa Procuraduría, de ambiente oscurantista y medieval -o sea, católico- ha interpuesto una tutela por el sofocante proselitismo inquisidor que ha hecho el dichoso Alejandro Ordóñez en la entidad:

Daniel Sastoque Coronado, funcionario de la Procuraduría, argumentó que el proselitismo religioso del procurador Alejandro Ordóñez, ha hecho que se imponga en la institución que para ser buen funcionario público se debe ser buen católico.

Según el demandante, los funcionarios de la Procuraduría que no se corresponden con este modelo tienen dos opciones: aparentar que no les incomoda el proselitismo católico y que “comulgan” con las creencias del Procurador; o hacer valer sus derechos a la libertad religiosa, a la libertad de conciencia, al libre desarrollo de la personalidad y al trabajo.

"Yo opté por hacer valer mis derechos a través de la tutela. La calificación de buen o mal empleado debe estar ligada exclusivamente al desempeño profesional, no a las creencias religiosas de las personas”, asegura Sastoque.

El funcionario espera que el Estado detenga el proselitismo católico que se hace en la entidad, y para ello, pide que se le exija al Procurador abstenerse de celebrar ritos católicos, retirar todos los símbolos religiosos católicos de los espacios públicos, y desmontar el oratorio católico que se construyó en un espacio que debe servir para el ejercicio de la función pública.

Espero que más funcionarios de la entidad se unan a la voz de Sastoque y no permitan que la intimidación y el matoneo religioso siga siendo un componente habitual en el espacio de trabajo, lo que es una clara violación de sus derechos fundamentales y de la Constitución, lo que debería ser motivo suficiente para destituir del puesto a ese fanático y tiránico inquisidor.

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