Las autoridades bogotanas simplemente no entienden que el fin no justifica los medios. Ya lleva más de un mes la medida que prohibió la venta de licor después de las 11 pm y antes de las 10 am y las excusas que dan desde la alcaldía cada vez son peores:
¡¡Esa no es la pregunta que deberían hacerse!!
En la dictadura de Franco le cortaban la mano a los ladrones y los hurtos se redujeron sustancialmente, sin embargo ante esa situación yo nunca preguntaría "¿Sirve de algo cortar las manos o se trata de otra decisión hija de la manía dictatorial oficial, más importuna que efectiva?".
Ni siquiera me plantearía su efectividad, porque por muy efectiva que sea una medida, no se puede tomar si es recortando libertades... lo cual, al fin y al cabo, parece ser la tendencia de todas las alcaldías distritales.
¡¡Pero qué alcalde tan imbécil es la dichosa Clara López!! ¡¡Si las víctimas estaban tomadas, no fue por esa razón por la que las mataron!!
¿Qué sigue? ¿¡¿Nos va a prohibir salir a esas horas para que no nos maten en vez de hacer su trabajo y garantizar nuestra seguridad?!?
¿Alguien conoce una forma más sencilla de decir "el fin no justifica los medios"? Porque ¡¡parece que tiene un nivel de complejidad demasiado abstracto para la alcalde encargada y sus secuaces!!
Así es. Una vez más la alcaldía de Bogotá se aleja de los datos relevantes a la hora de tomar medidas, que no sólo son autoritarias sino que además, para mi desconcierto, resultan populistas.
El anuncio de la Alcaldía de Bogotá de que, en el mes que lleva la restricción a la venta de alcohol entre las once de la noche y las diez de la mañana, los homicidios bajaron casi 40 por ciento, hizo recrudecer el debate sobre la ya polémica medida. ¿Sirve de algo cortar el trago a esas horas o se trata de otra decisión hija de la manía prohibicionista oficial, más importuna que efectiva?
¡¡Esa no es la pregunta que deberían hacerse!!
En la dictadura de Franco le cortaban la mano a los ladrones y los hurtos se redujeron sustancialmente, sin embargo ante esa situación yo nunca preguntaría "¿Sirve de algo cortar las manos o se trata de otra decisión hija de la manía dictatorial oficial, más importuna que efectiva?".
Ni siquiera me plantearía su efectividad, porque por muy efectiva que sea una medida, no se puede tomar si es recortando libertades... lo cual, al fin y al cabo, parece ser la tendencia de todas las alcaldías distritales.
Los candidatos a la Alcaldía, salvo el del Polo Democrático, califican de populista la medida. Pero la Alcaldía afirma que 31,5 por ciento de las víctimas de homicidio en el primer semestre tenían algún grado de alcoholemia y que es entre las once de las noche y las diez de la mañana cuando más se generan conflictos que pueden llevar a lesiones personales y asesinatos.
¡¡Pero qué alcalde tan imbécil es la dichosa Clara López!! ¡¡Si las víctimas estaban tomadas, no fue por esa razón por la que las mataron!!
¿Qué sigue? ¿¡¿Nos va a prohibir salir a esas horas para que no nos maten en vez de hacer su trabajo y garantizar nuestra seguridad?!?
La Alcaldía anunció, como muestra de que la medida funciona, que desde cuando expidió el decreto los homicidios se redujeron en 39 por ciento en las horas de restricción
¿Alguien conoce una forma más sencilla de decir "el fin no justifica los medios"? Porque ¡¡parece que tiene un nivel de complejidad demasiado abstracto para la alcalde encargada y sus secuaces!!
Sin embargo, la asociación directa de los homicidios con la venta de licor en tiendas y otros negocios es justamente lo que se cuestiona. Un estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) pone en duda los presupuestos básicos del decreto.
Si bien la mayoría de los homicidios y las lesiones tienen lugar en la noche, las riñas -objetivo de la Alcaldía al tomar la medida- ocurren principalmente de día, cuando la venta de alcohol no se restringe (según datos de la propia Alcaldía, tan solo 21 por ciento de los homicidios obedecen a riñas, mientras más de la mitad son por venganza). En segundo lugar, como han mostrado otros estudios, el homicidio en Bogotá se localiza en ciertas zonas geográficas y está ligado a estructuras criminales, frente a las cuales controlar el alcohol no luce como la medida más indicada.
Así es. Una vez más la alcaldía de Bogotá se aleja de los datos relevantes a la hora de tomar medidas, que no sólo son autoritarias sino que además, para mi desconcierto, resultan populistas.
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