Desde un tiempo para acá (creo que desde que vi ese episodio de House) decidí que no volvería a asistir a ritos religiosos. Una sola razón bastaría, pero existen varios motivos por los que no voy.
En primer lugar, al ser ateo, no comparto ninguna creencia religiosa, de ninguna secta, culto o denominación. Eso redunda en que la invitación a ceremonias religiosas no es vinculante para mí. No reconozco más autoridad sobre mí, que la del Estado e incluso estoy convencido que en muchas ocasiones, el Estado se equivoca - no en vano admiro la desobediencia civil.
En segundo lugar, las religiones sostienen una cantidad de posiciones éticas que difícilmente se compaginan con mis principios. Sería hipócrita de mi parte asistir al rito de una iglesia que promueve activamente la discriminación contra los homosexuales y que busca la prohibición del aborto. No veo cómo los sentimientos de otras personas -o mejor dicho, sus vacíos emocionales tratados a través de una adictiva superstición- son un motivo suficiente para abandonar mi ética humanista. Y es que este punto es más grande e importante de lo que parece:
Le he preguntado a algunas personas cercanas a mí y sin importar si son muy religiosas o poco religiosas, ninguna asistiría a una boda satánica. ¿Por qué no? ¿No que todas las creencias eran igual de respetables? Pues al parecer, la propaganda cristiana ha envenenado a la sociedad, hasta el punto de que esta tiene la impresión de que los satánicos sacrifican bebés y beben sangre (esto por una relación que, de nuevo, el departamento cristiano de relaciones públicas hizo entre los adoradores de Satán o Lucifer y Drácula).
Este vestigio de la Inquisición (a las brujas las persiguió la Santa Inquisición bajo el cargo de ser adoradoras o colaboradoras de El Bajísimo) se ha abierto camino hasta el imaginario colectivo, así que muchas personas que irían a una boda cristiana -"porque significaría mucho para su familiar o amigo"-, declinarían la invitación de la misma persona, si esta celebrara una boda satánica.
Resulta hipócrita decir que no van porque no comparten "los antivalores" satánicos. ¿Acaso comparten los cristianos?
¿Están ellos convencidos de que la Tierra sólo tiene 6000 años de antigüedad y que fue creada en seis días? ¿Están convencidos de que se debe discriminar a los homosexuales porque no aman a quienes los líderes religiosos dicen que deberían? ¿Están ellos en contra del aborto, los métodos anticonceptivos, los derechos reproductivos de las mujeres y la igualdad de sexos?
Subamos el tono. Un poco de historia católica. ¿Apoyarían ellos el régimen nazi? ¿Apoyarían ellos la dictadura franquista? ¿Y el totalitarismo que empezó Videla en Argentina? ¿O el autoritarismo en Chile con el fascista Pinochet? ¿Habrían hecho amistad con Mussolini? ¿Habrían ordenado que desde el púlpito se le celebrara a Adolf Hitler su cumpleaños durante todos los años hasta que muriera? ¿Aprueban la Santa Inquisición? ¿Habrían participado en una Cruzada? ¿Les parece correcto que el Papa haya ocultado los múltiples casos de pederastia cometidos por sus subordinados?
En su escala de valores, ¿desde qué número de casos empieza a ser eso último algo repugnante para ser cometido por un líder religioso? En lo que a mí se refiere, lo tengo claro: sin importar si es un plomero, un príncipe o un Papa, cualquiera que oculte un solo caso de pederastia merece el más descarnado desprecio.
¿Y qué hay de los antivalores musulmanes? ¿Consideran que la mujer es inferior? ¿Aprueban que las mujeres deban ir cubiertas de los pies a la cabeza y que si no lo hacen, los hombres deben interpretar eso como una invitación a que las violen? ¿Están de acuerdo con que el testimonio de un hombre tenga cuatro veces más validez que el de una mujer? De nuevo: ¿creen en el patentemente falso balbuceo creacionista?
Si no es así, al asistir a estos ritos están validando todo eso, lo que los convierte en hipócritas.
Y démosle otra vuelta de tuerca: nadie afirmaría en serio que me acabo de inventar lo que puse en esa lista. ¿Por qué? Porque ha salido en la prensa, se han encontrado documentos históricos al respecto, hay evidencia. ¿Cuántas veces han leído en la prensa que tal o cuál miembro de una secta satánica, o el grupo en general, secuestró o sacrificó a un bebé? Y estoy hablando de la verdadera prensa. No valen ni cadenas de correos electrónicos, ni prensa sensacionalista, ni chismes. Yo puedo contar cuántas veces he leído un titular así: Cero.
Así que aquí hay algo más que "los valores" (a no ser que alguien realmente tenga el coraje de querer contrastar en una balanza el genocidio del régimen nazi que contó con protección clerical en toda Europa y del otro lado, las fábulas cristianas sobre los satánicos come-bebés). Ese "algo más" es lo que me gusta denominar aceptación social.
Es ese prejuicio de que las personas son automáticamente buenas por el hecho de pertenecer a ciertas congregaciones religiosas. De nuevo: ¿acaso se han olvidado sobre lo que han leído en la prensa y los libros de historia acerca de dichas congregaciones? Pues... aceptación social.
Pero yo sé que mis estándares éticos son mejores que eso. No están sujetos a un resultado democrático, a la opinión pública, ni los someto a votación: son completamente arbitrarios, tomados por mí, al fragor de la Razón. Porque así pienso que debería ser. ¿Por qué iba a influir lo que piense la gente de los valores de uno? ¿Acaso es una cuestión publicitaria? ¿Uno se está promocionando? Hasta donde sé, no.
Así que en tercer lugar, entre los motivos por los que no asisto a ritos religiosos, se encuentra ese de que no quiero reforzar ni participar en el concurso sobre qué religiones son socialmente aceptadas y cuáles son socialmente repudiadas. Esto lo tengo muy claro, todas merecen la misma cantidad de respeto: ¡cero (quien quiera objetar, lo remito al breve repaso histórico)!
En cuarto lugar, soy un fervoroso opositor de aquello mismo que se celebra en los ritos religiosos.
El bautizo, la primera comunión, la confirmación, el bar mitzvah, la circuncisión y la ablación son simplemente formas de adoctrinamiento de niños, algunas mezcladas con el terrorismo más salvaje y primitivo. Maltrato infantil. Tampoco se lo lleva bien con mi moral.
El matrimonio: es una construcción social. Además tengo la íntima convicción de que el amor es libre y en esa medida no necesito de un tercero que me lo ponga por escrito ni me sirva de testigo; o sea, ¿en virtud de qué clase de pajazo mental es ese tercero superior a mí y a mi pareja como para que declararemos nuestro amor ante él? Antes de casarme tendría que encontrar una muy buena respuesta a esta pregunta: ¿Por qué prometer cómo me voy a sentir por el resto de mi vida?... ¡Joder! Si ni siquiera sé cómo me voy a sentir mañana.
Los ritos fúnebres, los santos óleos y las conversiones en el lecho de muerte: entiendo que las personas necesitamos hacer el duelo, pero no hay ni la más remota pizca de evidencia de que exista una vida después de la muerte. Así que no es necesario que me encomienden a ningún amigo imaginario que estará esperándome del otro lado del túnel.
Por si fuera poco, ¿qué gracia tiene que a uno lo juzguen por sus acciones, si puede arrepentirse en el último momento y evitar la condena? Sé que la muerte de las personas cercanas genera emociones fuertes que a veces son difíciles de manejar, pero eso no es excusa para refugiarse en un monumento a la idiotez y desechar la Razón.
Y está aquello de la amenaza. ¿Fuego eterno? Pues yo no funciono bajo amenaza ni por coerción. Entonces que pase lo que tenga que pasar pero yo seré el dueño de mi vida y mi existencia hasta el último instante y eso significa que el amoroso dios me puede mandar a sufrir al infierno por el resto de la eternidad, pero no me dejo intimidar y menos por un fanático practicante del matoneo, protagonista de un cuento de hadas de la edad de bronce.
En quinto y último lugar: porque son mentiras. No me plantearía seriamente ir a un rito celebrado por la resurrección de Pinocho y ciertamente no sacrificaría mis facultades críticas en el nombre de Harry Potter. No iría a una ceremonia satánica porque no existe el dichoso Satanás, ni Lucifer. Y me parece que lo correcto es mostrar la misma deferencia para con las demás creencias. No hay dios, no hay vida después de la muerte, no hay "perdón" divino, ni "furia" divina.
Le tengo aprecio a mi tiempo sobre la faz de la Tierra, la única vida que tengo, y no quiero desperdiciarla en sandeces. Eso sí que sería un buen motivo de arrepentimiento en el lecho de muerte.
En primer lugar, al ser ateo, no comparto ninguna creencia religiosa, de ninguna secta, culto o denominación. Eso redunda en que la invitación a ceremonias religiosas no es vinculante para mí. No reconozco más autoridad sobre mí, que la del Estado e incluso estoy convencido que en muchas ocasiones, el Estado se equivoca - no en vano admiro la desobediencia civil.
En segundo lugar, las religiones sostienen una cantidad de posiciones éticas que difícilmente se compaginan con mis principios. Sería hipócrita de mi parte asistir al rito de una iglesia que promueve activamente la discriminación contra los homosexuales y que busca la prohibición del aborto. No veo cómo los sentimientos de otras personas -o mejor dicho, sus vacíos emocionales tratados a través de una adictiva superstición- son un motivo suficiente para abandonar mi ética humanista. Y es que este punto es más grande e importante de lo que parece:
Le he preguntado a algunas personas cercanas a mí y sin importar si son muy religiosas o poco religiosas, ninguna asistiría a una boda satánica. ¿Por qué no? ¿No que todas las creencias eran igual de respetables? Pues al parecer, la propaganda cristiana ha envenenado a la sociedad, hasta el punto de que esta tiene la impresión de que los satánicos sacrifican bebés y beben sangre (esto por una relación que, de nuevo, el departamento cristiano de relaciones públicas hizo entre los adoradores de Satán o Lucifer y Drácula).
Este vestigio de la Inquisición (a las brujas las persiguió la Santa Inquisición bajo el cargo de ser adoradoras o colaboradoras de El Bajísimo) se ha abierto camino hasta el imaginario colectivo, así que muchas personas que irían a una boda cristiana -"porque significaría mucho para su familiar o amigo"-, declinarían la invitación de la misma persona, si esta celebrara una boda satánica.
Resulta hipócrita decir que no van porque no comparten "los antivalores" satánicos. ¿Acaso comparten los cristianos?
¿Están ellos convencidos de que la Tierra sólo tiene 6000 años de antigüedad y que fue creada en seis días? ¿Están convencidos de que se debe discriminar a los homosexuales porque no aman a quienes los líderes religiosos dicen que deberían? ¿Están ellos en contra del aborto, los métodos anticonceptivos, los derechos reproductivos de las mujeres y la igualdad de sexos?
Subamos el tono. Un poco de historia católica. ¿Apoyarían ellos el régimen nazi? ¿Apoyarían ellos la dictadura franquista? ¿Y el totalitarismo que empezó Videla en Argentina? ¿O el autoritarismo en Chile con el fascista Pinochet? ¿Habrían hecho amistad con Mussolini? ¿Habrían ordenado que desde el púlpito se le celebrara a Adolf Hitler su cumpleaños durante todos los años hasta que muriera? ¿Aprueban la Santa Inquisición? ¿Habrían participado en una Cruzada? ¿Les parece correcto que el Papa haya ocultado los múltiples casos de pederastia cometidos por sus subordinados?
En su escala de valores, ¿desde qué número de casos empieza a ser eso último algo repugnante para ser cometido por un líder religioso? En lo que a mí se refiere, lo tengo claro: sin importar si es un plomero, un príncipe o un Papa, cualquiera que oculte un solo caso de pederastia merece el más descarnado desprecio.
¿Y qué hay de los antivalores musulmanes? ¿Consideran que la mujer es inferior? ¿Aprueban que las mujeres deban ir cubiertas de los pies a la cabeza y que si no lo hacen, los hombres deben interpretar eso como una invitación a que las violen? ¿Están de acuerdo con que el testimonio de un hombre tenga cuatro veces más validez que el de una mujer? De nuevo: ¿creen en el patentemente falso balbuceo creacionista?
Si no es así, al asistir a estos ritos están validando todo eso, lo que los convierte en hipócritas.
Y démosle otra vuelta de tuerca: nadie afirmaría en serio que me acabo de inventar lo que puse en esa lista. ¿Por qué? Porque ha salido en la prensa, se han encontrado documentos históricos al respecto, hay evidencia. ¿Cuántas veces han leído en la prensa que tal o cuál miembro de una secta satánica, o el grupo en general, secuestró o sacrificó a un bebé? Y estoy hablando de la verdadera prensa. No valen ni cadenas de correos electrónicos, ni prensa sensacionalista, ni chismes. Yo puedo contar cuántas veces he leído un titular así: Cero.
Así que aquí hay algo más que "los valores" (a no ser que alguien realmente tenga el coraje de querer contrastar en una balanza el genocidio del régimen nazi que contó con protección clerical en toda Europa y del otro lado, las fábulas cristianas sobre los satánicos come-bebés). Ese "algo más" es lo que me gusta denominar aceptación social.
Es ese prejuicio de que las personas son automáticamente buenas por el hecho de pertenecer a ciertas congregaciones religiosas. De nuevo: ¿acaso se han olvidado sobre lo que han leído en la prensa y los libros de historia acerca de dichas congregaciones? Pues... aceptación social.
Pero yo sé que mis estándares éticos son mejores que eso. No están sujetos a un resultado democrático, a la opinión pública, ni los someto a votación: son completamente arbitrarios, tomados por mí, al fragor de la Razón. Porque así pienso que debería ser. ¿Por qué iba a influir lo que piense la gente de los valores de uno? ¿Acaso es una cuestión publicitaria? ¿Uno se está promocionando? Hasta donde sé, no.
Así que en tercer lugar, entre los motivos por los que no asisto a ritos religiosos, se encuentra ese de que no quiero reforzar ni participar en el concurso sobre qué religiones son socialmente aceptadas y cuáles son socialmente repudiadas. Esto lo tengo muy claro, todas merecen la misma cantidad de respeto: ¡cero (quien quiera objetar, lo remito al breve repaso histórico)!
En cuarto lugar, soy un fervoroso opositor de aquello mismo que se celebra en los ritos religiosos.
El bautizo, la primera comunión, la confirmación, el bar mitzvah, la circuncisión y la ablación son simplemente formas de adoctrinamiento de niños, algunas mezcladas con el terrorismo más salvaje y primitivo. Maltrato infantil. Tampoco se lo lleva bien con mi moral.
El matrimonio: es una construcción social. Además tengo la íntima convicción de que el amor es libre y en esa medida no necesito de un tercero que me lo ponga por escrito ni me sirva de testigo; o sea, ¿en virtud de qué clase de pajazo mental es ese tercero superior a mí y a mi pareja como para que declararemos nuestro amor ante él? Antes de casarme tendría que encontrar una muy buena respuesta a esta pregunta: ¿Por qué prometer cómo me voy a sentir por el resto de mi vida?... ¡Joder! Si ni siquiera sé cómo me voy a sentir mañana.
Los ritos fúnebres, los santos óleos y las conversiones en el lecho de muerte: entiendo que las personas necesitamos hacer el duelo, pero no hay ni la más remota pizca de evidencia de que exista una vida después de la muerte. Así que no es necesario que me encomienden a ningún amigo imaginario que estará esperándome del otro lado del túnel.
Por si fuera poco, ¿qué gracia tiene que a uno lo juzguen por sus acciones, si puede arrepentirse en el último momento y evitar la condena? Sé que la muerte de las personas cercanas genera emociones fuertes que a veces son difíciles de manejar, pero eso no es excusa para refugiarse en un monumento a la idiotez y desechar la Razón.
Y está aquello de la amenaza. ¿Fuego eterno? Pues yo no funciono bajo amenaza ni por coerción. Entonces que pase lo que tenga que pasar pero yo seré el dueño de mi vida y mi existencia hasta el último instante y eso significa que el amoroso dios me puede mandar a sufrir al infierno por el resto de la eternidad, pero no me dejo intimidar y menos por un fanático practicante del matoneo, protagonista de un cuento de hadas de la edad de bronce.
En quinto y último lugar: porque son mentiras. No me plantearía seriamente ir a un rito celebrado por la resurrección de Pinocho y ciertamente no sacrificaría mis facultades críticas en el nombre de Harry Potter. No iría a una ceremonia satánica porque no existe el dichoso Satanás, ni Lucifer. Y me parece que lo correcto es mostrar la misma deferencia para con las demás creencias. No hay dios, no hay vida después de la muerte, no hay "perdón" divino, ni "furia" divina.
Le tengo aprecio a mi tiempo sobre la faz de la Tierra, la única vida que tengo, y no quiero desperdiciarla en sandeces. Eso sí que sería un buen motivo de arrepentimiento en el lecho de muerte.
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