Una de las características más molestas de buena parte de la izquierda es su renuncia al materialismo, que ha sido reemplazado por todo tipo de supercherías buenrollistas como el yoga, el feng shui, la homeopatía y la adopción de las formas más extremas de falacia naturalista, lo que colorea sus opiniones en temas como transgénicos, alimentos 'orgánicos', o el fracking.
La adopción de la superstición, por supuesto, también ha significado la reivinidcación del cristianismo y su pútrido sistema de antivalores que osan llamar 'moral'. Para la muestra, Iván Gallo acaba de publicar en Las2Orillas una crónica de cómo Silvestre Dangond pasó de ser un degenerado a un devoto creyente cristiano: