Tras un año de los asesinatos de Charlie Hebdo, el escritor de habla francesa Robert McLiam Wilson deplora los informes en inglés por ignorantes para ignorantes:
Se acerca el aniversario del ataque del 7 de enero a Charlie Hebdo. Tanto si sientes que Charlie es un símbolo de la libertad de expresión o una escabrosa hoja de odio, estás a punto de ser inundado en una gigante tina de cosas. Algunas serán positivas, otras negativas pero de esta, una proporción como para aturdir a un buey será escrita por personas que no hablan francés. El resultado será la adivinación y el presagio, escrito por gente que es más probable que lea hojas de té que Charlie Hebdo. ¿Tengo que señalar que esto es un toque tonto?
Como personas, tenemos un talento gigante para olvidar. El 11-S fue cambió nuestro mundo. No lo hemos olvidado, pero no lo recordamos tampoco. No revisamos esos sentimientos de consternación animal que todos sentimos en presencia de la muerte. Simplemente no es agradable para morar. Eso es por completo, gloriosamente, humano. Pero puede llevarnos a olvidar en qué se ha convertido nuestro mundo y por qué. Recordar los hechos de memoria no siempre ayuda a explicar las nuevas políticas de emoción primaria. Tampoco el festival de violencia y muerte en el que se ha convertido la realpolitik.
El ataque a Charlie Hebdo también cambió nuestro mundo. Una masacre concisa y un asalto sistemático y exitoso a nuestras partes más débiles (todas nuestras mejores partes son débiles – es una de las cosas que más me gusta sobre nosotros). Fue desalentador y casi absurdo, como si Ian Hislop hubiera sido sacado en helicópteros de combate o ataques de artillería. El mundo parecía tambalearse. El mundo estaba del todo en lo correcto. Cuando los política o religiosamente consternados deciden que es hora de entrar, disparando, en el inframundo supergeek de semanarios satíricos izquierdistas, eso es algo que cambia las propias leyes de la física.
Hace unos días, fui a la nueva y súpersegura oficina de Charlie, en una ubicación secreta. Siendo de Irlanda del Norte, la seguridad no era desconocida para mí, pero esto estaba a un nivel diferente. Era la guarida del villano en una de las películas más tontas de Bond, herméticamente cerrada, protegida de forma masiva. Y, sin embargo, adentro estaba la configuración de una típica revista pequeña – no muchas personas, una cocina desordenada, discutible sentido de la moda. Y un montón de personas divertidas, humildes, gentiles que adoro. Como siempre cuando veo a la gente de Charlie en grupo, hay una desconexión gigante. Veo una tropa de nerds dulces rodeados por anillos concéntricos de seguridad titánica. Se ven como gatitos en un búnker. Estoy tentado a decir que este es ahora el mundo en el que viven ellos. Pero eso no es lo interesante. El punto es que ahora este es el mundo en el que viven ustedes.
Hola y bienvenidos.
Mis dos mundos han chocado. El mundo de habla inglesa y el de habla francesa. No escribo sobre Charlie Hebdo en Francia. Tienen un montón de gente que puede hacer eso. Pero haré casi cualquier cosa que me pidan que haga en la anglósfera. ¿Por qué? Bueno, dos razones. Porque ninguna de las otras personas de Charlie se molesta en hacerlo. Y porque, en realidad, ahí es donde vive toda la mierda.
Sólo dos días después de los asesinatos, el New Yorker publicó un artículo escandalosamente ignorante que reprendió a Charlie por su evidente racismo al nivel del de los nazis. Estaba en el New Yorker por lo que debe haber sido cierto.
Fue una calumnia sucia y estúpida. Y muy influyente también, el urtexto para los estúpidos. Si Charlie Hebdo es racista, entonces no es muy bueno en eso. Presencien el apoyo rutinario y constante a Charlie por parte de SOS Racisme, el principal grupo de campaña contra el racismo de Francia. Y sepan también que la ministra de Justicia, Christiane Taubira, "víctima" de la infame historieta del mono, estaba tan herida y ofendida que dio un extraordinario y emotivo discurso en el funeral de uno de los caricaturistas asesinados. La arrogante difamación de The New Yorker fue el equivalente a que un francés que no habla inglés con fluidez afirmara que Chris Rock es un fascista cutre. Uno no necesita ver toda la presentación de Rock con mucho cuidado para encontrar cosas que haría que emocionarían a los que no hablan inglés.
Charlie siempre elegió apuntar contra la derecha y la extrema derecha. Es consistente y casi tediosamente antirracista (ahí no hay un montón de chistes). Pero tienen que serlo. Cada país es racista en su propia y desagradable manera única pero Francia tiene un desalentador timbre y silbato adicional.
Hace unos años, antes de un partido de fútbol, yo estaba con unos chicos en un café, esperando a alguien que llegaba tarde. Me quejé acerca de no querer perder el saque de inicio. "Calme-toi", dijeron los otros, "On attend le français". ¿El francés? Al principio, pensé que no entendía un pequeño y jugoso modismo. Pero estaba con dos árabes y un negro (todos nacidos en Francia). Estábamos esperando a un hombre blanco. Por lo tanto, le français.
Traten de imaginar que esto se diga en EEUU o Reino Unido. Estamos esperando al americano. Estamos esperando al británico. No es impensable o indecible. Es prácticamente inconjugable. Este es el universo en el que publica Charlie Hebdo. Uno donde la nacionalidad real está en disputa. Yo sugeriría que la objeción educada realmente no servirá para nada.
2015 fue un año negro e hirienete para los parisinos, la ciudad sigue lenta y muda del dolor. El cielo se siente inferior; incluso los jóvenes parecen viejos y cansados. París ha comenzado a sentirse como Belfast para mí. Lo cual es horriblemente apropiado.
Porque nuestra nueva realidad es el sorprendente poder de la micro-minoría. Hay una parte de la población del Reino Unido que ya sabe esto. La porción de Irlanda del Norte. Pasaron tres décadas como parte de una mayoría pacífica, democrática totalmente dominada por la inutilidad fisible del atavismo y la arrogancia de unos pocos cientos de personas. Saben que un puñado de ciudadanos despiadados puede llevar a un país cerca de un punto muerto. Ellos crecieron sabiendo que lo bebían en su leche materna. Es conocimiento incómodo y puede hacernos una compañía bastante incómoda. No recibirás mucho optimismo político soleado de ese grupo. Los más amables de nosotros simplemente no decimos la verdad al respecto cuando nos preguntan. Sé que yo no lo hago.
Temo este nuevo 7 de enero. Temo el diagnóstico seguro del mundo de habla inglesa. No es que realmente importe. Ustedes en su mayoría ya han tomado una decisión sobre Charlie Hebdo, ¿no es así? Lo que significa que ustedes ya tomaron una decisión sobre mí también. Bien por ustedes.
Moi, je ne suis pas Charlie. No necesito serlo. Yo escribo por ellos.
(imagen: Robert Couse-Baker)
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