En el 2014, EDGE preguntó ¿Qué idea científica está lista para la jubilación?
Sam Harris respondió que Nuestra estrecha definición de "ciencia":
Busca en tu mente, o presta atención a las conversaciones que tienes con otras personas, y descubrirás que no hay límites reales entre la ciencia y la filosofía — o entre esas disciplinas y cualquier otra que intente hacer afirmaciones válidas sobre el mundo, sobre la base de la evidencia y la lógica. Cuando tales reivindicaciones y sus métodos de verificación admiten experimento y/o descripción matemática, tendemos a decir que nuestras preocupaciones son "científicas"; cuando se refieren a cuestiones más abstractas, o a la coherencia de nuestro propio pensamiento, a menudo decimos que estamos siendo "filosóficos"; cuando nos limitamos a querer saber cómo la gente se comportó en el pasado, apodamos nuestros intereses de "históricos" o "periodísticos"; y cuando el compromiso de una persona con la evidencia y la lógica se vuelve peligrosamente delgado o simplemente desaparece bajo la carga del miedo, el pensamiento ilusorio, el tribalismo, o el éxtasis, reconocemos que está siendo "religiosa".
Los límites entre las verdaderas disciplinas intelectuales se aplican actualmente por algo más que los presupuestos universitarios y la arquitectura. ¿Es la Sábana Santa de Turín una falsificación medieval? Esta es una pregunta de historia, por supuesto, y de arqueología, pero las técnicas de datación por radiocarbono la vuelven una cuestión de química y física también. La distinción real por la que deberíamos preocuparnos —la observación de lo que es el sine qua non de la actitud científica— está entre exigir buenas razones para lo que uno cree y estar satisfecho con las malas.
La actitud científica puede manejar lo que resulte ser el caso. En efecto, si las pruebas de la infalibilidad de la Biblia y de la resurrección de Jesucristo fueran buenas, se podría abrazar científicamente la doctrina del cristianismo fundamentalista. El problema, por supuesto, es que la evidencia es o pésima o inexistente - de ahí la partición que hemos erigido (en la práctica, nunca en principio) entre la ciencia y la religión.
La confusión sobre este punto ha generado muchas ideas extrañas sobre la naturaleza del conocimiento humano y los límites de la "ciencia". Las personas que temen la invasión de la actitud científica —especialmente aquellos que insisten en la dignidad de creer en un dios u otro de la Edad de Hierro— a menudo harán uso despectivo de palabras como materialismo, neodarwinismo, y reduccionismo, como si esas doctrinas tuvieran algún tipo de conexión necesaria con la propia ciencia.
Hay, por supuesto, buenas razones para que los científicos sean materialistas, neodarwinistas y reduccionistas. Sin embargo, la ciencia no entraña ninguno de esos compromisos, ni tampoco se entrañan los unos a los otros. Si hubiera evidencia del dualismo (almas inmateriales, la reencarnación), uno podría ser un científico sin ser materialista. Como suele suceder, la evidencia aquí es extraordinariamente escasa, por lo que prácticamente todos los científicos son materialistas de algún tipo. Si hubiera evidencia contra la evolución por selección natural, uno podría ser un científico materialista sin ser neodarwinista. Pero como suele suceder, el marco general propuesto por Darwin está tan bien establecido como cualquier otro en la ciencia. Si hubiera evidencia de que los sistemas complejos producen fenómenos que no se pueden entender en términos de sus partes constituyentes, sería posible ser neodarwinista sin ser reduccionista. Para todos los efectos prácticos, ahí es donde la mayoría de los científicos se encuentran, ya que cada rama de la ciencia más allá de la física tiene que recurrir a conceptos que no se pueden entender sólo en términos de partículas y campos. Muchos de nosotros hemos tenido debates "filosóficos" acerca de qué hacer con este impasse explicativo. ¿Significa el hecho de que no podemos predecir el comportamiento de los pollos o de las democracias incipientes sobre la base de la mecánica cuántica que esos fenómenos de nivel superior son algo más que su física subyacente? Aquí, yo votaría que "no" pero eso no significa que que imagino un momento en que vamos a utilizar sólo los sustantivos y los verbos de la física para describir el mundo.
Pero incluso si se piensa que la mente humana es enteramente el producto de la física, la realidad de la conciencia no se vuelve menos maravillosa, y la diferencia entre la felicidad y el sufrimiento no es menos importante. Ese punto de vista tampoco sugiere que alguna vez daremos con el totalmente inteligible surgimiento de la mente a partir de la materia; la conciencia siempre podrá parecer un milagro. En los círculos filosóficos, esto se conoce como el "problema duro de la conciencia" — algunos de nosotros estamos de acuerdo en que existe este problema, algunos de nosotros no. En caso de que la conciencia resultara conceptualmente irreductible, quedando el terreno misterioso para todo lo que posiblemente podemos experimentar o valorar, el resto de la visión científica del mundo permanecería perfectamente intacto.
El remedio para toda esta confusión es simple: Debemos abandonar la idea de que la ciencia es distinta del resto de la racionalidad humana. Cuando adhieres a los más altos estándares de la lógica y la evidencia, estás pensando científicamente. Y cuando no, no.
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