Alguna vez me había cruzado con un deshonesto artículo de Vicente Durán Casas, en el que demostraba que no tiene ni pajolera idea de lo que significa laicismo.
Ahora, en su columna de El Tiempo, Durán Casas vuelve al ataque con un artículo de creación vs. evolución, escrito en clave posmoderna, en el que coquetea con la falsa idea de Stephen Jay Gould de magisterios no superpuestos y que, en últimas, legitima prácticas moralmente repudiables:
La posibilidad de que el hombre pueda constituirse así en causa de sus propias acciones introduce una ruptura en el orden natural que escapa a la razón teórica y abre las puertas a un orden completamente distinto del orden natural, el orden moral, que se rige por unas leyes distintas a las que rigen el natural.
Por supuesto, esto es una barbaridad. La mejor forma de definir nuestra ética y nuestra moral es, como con toda decisión, basándonos en la evidencia; de ahí que Sam Harris explique muy lúcidamente que la ciencia sí puede resolver preguntas morales, y cada vez lo va a poder hacer más y más.
Aquí Durán Casas busca reafirmar sutilmente la falacia de que la ética es patrimonio de la religión, que ha sido la base de constantes abusos y discriminaciones contra los ateos durante toda la historia del cristianismo. Y yo sigo sin conocer la primera buena acción que un creyente pueda realizar que un ateo no pueda igualar y superar.
De ahí la necesidad de una nueva ilustración, para científicos y también para creyentes de todas las religiones, pues tanto la ciencia como la religión tienen sus propios límites....
Es un hecho que en el mundo moderno el discurso religioso encuentra su legitimidad si está en capacidad de afirmarse desde un horizonte de racionalidad crítica.
¿Es un hecho? Lo que es un hecho es que la racionalidad crítica es el antídoto al veneno religioso. La racionalidad crítica establece que el que afirma, tiene la carga de la prueba y lo que se afirma sin evidencias, se puede descartar sin evidencias. Pues bien, no hay evidencias de dios, así que lo racional es descartar su hipótesis.
Luego, Durán Casas entra en materia de evolución:
Respaldada por la paleontología, la cosmología y la antropología biológica, la teoría de Darwin ganó legitimidad como teoría científica y, a pesar de las críticas que ha recibido, hoy forma parte del patrimonio científico de la humanidad.
Esto hacía aparentemente inútil y caduco el concepto de creación, lo que conduce aún hoy a algunas sectas, sobre todo norteamericanas, a "defender" la creación rechazando cualquier comprensión de la teoría de la evolución.
Para algunos de esos grupos, Dios creó el mundo de manera directa, hace aproximadamente 10.000 años, y lo creó tal y como hoy lo conocemos.
El rol de la fe
Hoy sabemos por la ciencia, si bien de un modo aún imperfecto, que eso no es ni pudo haber sido así.
Y lo sabe también la teología católica, cuyos desarrollos en la segunda mitad del siglo XX no dejan dudas al respecto. Como es bien sabido, la afirmación de la creación forma parte del credo católico: Creo en Dios, padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Durán se equivoca. La evolución teísta no tiene nada que ver con la evolución científica. La evolución, como hecho, fue guiado por los procesos de selección natural y selección sexual, que Charles Darwin identificó correctamente. La evolución teísta afirma que el proceso es guiado por dios, que es una entidad sobrenatural, que, como ya señalé, todavía no ha sido probada. Es más - dios sobra en la evolución. La navaja de Ockham señala que la explicación más sencilla y suficiente es la más probable y la selección natural y la sexual se bastan por sí mismas para explicar la evolución, sin necesidad de introducir un ente sobrenatural a la ecuación, lo que, en últimas, sería apelar a la ignorancia.
Por otra parte, la evolución teísta plantea más problemas. En primer lugar, la evolución descarta el mito de Adán y Eva, que, convenientemente, la Iglesia ha llamado una alegoría. Así que, básicamente han estado reclutando niños, aprovechándose de su incapacidad para decidir, y diciéndoles que nacieron con un "pecado original", que en realidad nunca ocurrió y que no es más que una metáfora. Y que, entonces, la figura central del mito cristiano, Jesucristo, el zombie judío, básicamente habría nacido para morir por nada, si al fin y al cabo no hubo ningún Adán, ni ninguna Eva. Siguiendo este orden de ideas, también es necesario cuestionar la idea de que las mujeres son provocadoras e incitan al 'pecado'. Y también queda destrozada completamente la noción de que venimos a purgar penas a este "valle de lágrimas" y que la vida tiene que ser sufrimiento, miseria, dolor.
No más ahí, ya se cae cualquier tipo de objeción al consumo de drogas y la eutanasia de base teológica.
En segundo lugar, si los seres humanos venimos de un antepasado común con otras especies, al no haber una respuesta a la pregunta de cuál fue el primer humano, se deshace la introducción del alma en un puñado de células, que ha sido la excusa católica para oponerse al aborto, a los métodos anticonceptivos y a los derechos sexuales y reproductivos principalmente de las mujeres.
Y Durán Casas sabe todo esto, y básicamente lo admite (y por eso es que tiene que escribir en una jeringonza que no podrían enredar más ni los guionistas de Lost):
Sin el concepto de creación, la realidad de la salvación en Jesucristo, que es el núcleo de la teología cristiana, difícilmente resulta comprensible.
¡Jaque mate! Esto, traducido al español castizo y coloquial significa que tienen que creer en la creación, porque de otro modo sería ilógico ser cristianos. Básicamente, Durán Casas aboga por elegir una postura a priori y después buscarse y rebuscarse los 'argumentos' para justificarla, a pesar de que todo el conocimiento del mundo apunte en otra dirección.
Lo que me parece más preocupante es que Vicente Durán Casas es vicerrector de la Universidad Javeriana. Él tiene bajo su responsabilidad a miles de estudiantes, cada año, cada semestre, que van a su centro educativo a aprender - lo que esencialmente significa que su labor es la de enseñarles a observar, rechazar las ideas preconcebidas y deducir todo de la evidencia y los hechos científicamente comprobables, que afilen sus capacidades críticas y se hagan merecedores del título de adultos con pleno uso de razón.
Infortunadamente, no tengo ningún motivo para considerar que esto es así. O como diría Kant, a quien Durán Casas cita, la realidad no se corresponde con el deber ser. Una lástima.
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