En noviembre de 2015, la Corte Constitucional permitió la adopción homoparental en cualquier circunstancia, lo que hizo hervir la sangre a más de un homofóbico que prefiere que los niños malvivan a manos del Estado a que tengan el afecto de unos padres, si esos padres son homosexuales.
Alejandro Ordóñez, como buen inquisidor, agotó la última instancia del proceso y pidió la nulidad de la sentencia, alegando que las diferencias "genéticas, anatómicas y psicológicas del hombres [sic] y la mujer tienen una influencia decisiva en la formación de los niños, quienes necesitan para su adecuado desarrollo de un padre varón y de una madre mujer" — lo que, por supuesto, es falso.
Este miércoles, la Corte negó la nulidad solicitada por Ordóñez y, así, dejaron en firme la adopción homoparental.
Después de su penosa decisión del crucifijo, se siente extraño que la Corte Constitucional vuelva a la senda de la civilización; de hecho, no sería raro que hayan tomado la decisión correcta pero por razones incorrectas, con argucias y falacias, ya que no es posible que tengan clara la defensa de los derechos de los LGBT, pero insistan deliberadamente en la discriminación a los ateos y las minorías religiosas.
En todo caso, esta vez la Corte hizo lo correcto y dejó en firme la adopción homoparental. Y los cristianos todavía están a tiempo de evitar que cualquier pareja gay adopte: sólo deben organizarse y adoptar ellos a los 80.000 niños en el sistema de servicios sociales del Estado.
(imagen: Wikipedia)
____
Publicado en De Avanzada por David Osorio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.