lunes, 13 de febrero de 2012

Una propuesta no muy dulce

Entiendo que parte de los objetivos de la ciencia y los científicos sea salvar vidas mediante el conocimiento adquirido. Darle un uso apropiado a lo que se descubre.

Y ojalá hubiera más personas que apreciaran el valor de la Ciencia y todo lo que ha hecho por la especie humana. Sin embargo, hay un punto en el que los investigadores cruzan una línea que deberían cruzar con mucha cautela y es cuando proponen políticas públicas con base en sus descubrimientos.

Ahora, un tal Robert Lustig descubrió que el azúcar es nocivo para la salud y tuvo una pésima idea de política pública al respecto:

Entonces, se pregunta, ¿por qué no regular la distribución del azúcar si ya está probado que produce tantas complicaciones? Tanto el alcohol como el cigarrillo han sido controlados con leyes. En Colombia, por ejemplo, sólo se puede acceder a ellos a partir de los 18 años y nadie puede fumar en lugares cerrados.

Lustig propone que las comidas procesadas con endulzantes tengan impuestos adicionales para que el consumidor lo piense dos veces antes de adquirirlos. Propone, también, que los gobiernos determinen el número de establecimientos de comidas rápidas alrededor de los colegios y que exista una edad mínima para acceder a determinados alimentos. “Sin embargo, el azúcar es barato, el azúcar sabe bien y el azúcar vende —asegura Lustig—, así que las compañías tienen pocos incentivos para cambiar”.

Su propuesta se pasa por el Arco del Triunfo la autodeterminación de las personas. Lo que propone Lustig es una medida represiva, que coarta las libertades civiles.

Sí, yo también me preocupo por la salud de las personas, pero primero está su libertad. Una medida no autoritaria y que haría un buen uso de los descubrimientos de Lustig sería divulgar ese conocimiento al que él llegó, explicarle a las personas cuáles son los riesgos del consumo de azúcar y dejarlos que decidan por sí mismos si la consumen o no.

Yo no necesito que ningún Estado me proteja de mí mismo.

Es una lástima que haya científicos que propongan medidas de corte autoritario. Afortunadamente no son legisladores.

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